A subasta la mayor colección de obras de Rafael Zabaleta
Modernidad y tradición dialogan en nuestra subasta del día 29, a través de las 12 obras en licitación del pintor andaluz Rafael Zabaleta.
El conjunto de obras refleja de forma magistral la dicotomía entre la conexión con las raíces de su cultura andaluza y las inquietudes creativas, que generaron en él las vanguardias internacionales.
Pese al impulso que guió su trayectoria por renovar el lenguaje plástico, Zabaleta siempre mantuvo una conexión cercana con la vida rural y las costumbres de su entorno. Desde sus primeras obras, el pintor andaluz comenzó a explorar la figura humana, la naturaleza y el paisaje, representándolos de una manera personal y estilizada. Su obra es, en gran medida, un reflejo de esa España profunda, que para él, no solo era un referente cultural, sino también una fuente constante de inspiración.
Pero la pintura de Zabaleta fue mucho más allá de los límites de la pintura costumbrista, logrando fusionar la figuración clásica con las inquietudes modernas, convirtiéndose en un puente entre lo antiguo y lo contemporáneo.
Zabaleta no se limitó a ser un simple cronista de su entorno. Al igual que otros artistas de su tiempo, buscó transformar lo cotidiano en algo más universal. Esto se traduce en un tratamiento de la figura humana y el paisaje que, si bien claramente figurativo, se aleja de lo realista y se adentra en lo simbólico. Su capacidad para simplificar las formas y abstraer la figura humana en contornos geométricos es un testimonio de su apertura a las influencias modernas, especialmente las del cubismo de Pablo Picasso. A pesar de la disparidad de sus estilos, ambos artistas compartieron un mismo impulso por renovar el lenguaje artístico, enfrentándose a los desafíos de una época que requería nuevas formas de ver y entender el mundo.
Sin embargo, lejos de caer en la simple imitación, Zabaleta llevó a cabo un ejercicio de adaptación. Sin abandonar el vínculo con sus raíces, el artista mostró una inmensa capacidad para integrar las innovaciones picassianas en su obra, como se hace especialmente visible en obras como “Alacena”, o “Noche de gatos”. Pese a la evidente simplificación de cada uno de los elementos que componen su obra, Zabaleta nunca llegó a la fragmentación radical de Picasso, sino que optó por una reducción a formas más sencillas y simbólicas que mantienen la cercanía con la humanidad que siempre lo definió.
De este modo, la impronta picassiana que subyace en Zabaleta, lejos de restar personalidad, se combina con el carácter expresionista que atraviesa su obra, dando luz a un estilo muy personal que lo convierte en uno de los artistas españoles más singulares del siglo XX.