La metapintura de Peter Zimmerman

El trabajo de Peter Zimmerman está considerado como una de las aportaciones más destacadas a la abstracción pictórica internacional

A lo largo de la historia del arte, han sido muchos los grandes artistas que se han planteado una cuestión vital en la práctica artística: ¿Cómo se puede transformar el arte para reflejar la nueva realidad de nuestro  tiempo? En este sentido Peter Zimmerman se ha convertido en paradigma del arte actual gracias a su revolucionaria forma de repensar y concebir el concepto de pintura. Desde sus inicios el artista de origen alemán desafió la practica pictórica tradicional hasta imbuirse en  las posibilidades de aunar el arte digital con la pintura sobre lienzo. Tras este planteamiento se esconde una honda reflexión sobre los desafíos a los que se enfrenta la pintura actual, abordando cuestiones como la relación entre el original y la copia, la apariencia y la realidad, el contenido y la forma o la creación y su recepción.

De esta profunda reflexión son fruto las obras que como “Trailer D”, se han convertido en el buque insignia de su identidad artística: las llamadas metapinturas. El origen de este nuevo procedimiento que vio la luz por vez primera en 1998, surge curiosamente de una suerte de error, cuando la casualidad hizo que diversos archivos digitales que coleccionaba y combinaba siguiendo un sencillo sistema de búsqueda nominal en internet se mezclaran entre ellos dando como resultado una obra que el artista prefirió no modificar (Remix, 1995). Esta imagen “defectuosa” le sirvió para iniciar un nuevo método donde las múltiples y heterogéneas imágenes que recopilaba eran sometidas a la manipulación digital hasta llegar a su absoluta distorsión.  Transformadas hasta lo irreconocible y tras ser escaneadas e impresas en una trasparencia o acetato son proyectadas en el lienzo para posteriormente verter y superponer las diversas capas de resina epoxi coloreada con pigmentos. Esta resina líquida que extiende sobre el lienzo blanco se transforma durante el proceso de curado hasta quedar solidificada manteniendo una apariencia brillante donde la luz parece nacer del interior del cuadro abriéndose paso a través de sus múltiples capas translucidas. El resultado de este insólito procedimiento se materializa en una obra cuya apariencia radicalmente distinta a la de su origen explora los efectos visuales de la superficie y el material en unas texturas sintéticas y gelatinosas de apariencia psicodélica que a menudo se asemejan a un examen microscópica de alguna forma de vida o materia aún  desconocida.

En este sentido, el resultado de ” derramar” la resina sobre el lienzo mediante un juego entre el azar y el autocontrol del artista establece un paralelismo con el action painting de los pintores expresionistas y muy especialmente de Jackson Pollock. Sin embargo, la preocupación conceptual de Zimmerman se encuentra más próxima a las reflexiones de On Kawara  entorno a la ambigüedad existente  entre el afán de la pintura por expresar lo que realmente representa y la propia  aceptación de las   limitaciones de esta  práctica. Por tanto, bajo estas formas orgánicas y amorfas que parecen haberse formado en el lienzo  siguiendo un procedimiento aparentemente azaroso, pero perfectamente estudiado existe una lúcida reflexión entorno a la fascinación contemporánea por una realidad múltiple fragmentaria y subjetiva tan huidiza como nuestras propias sensaciones y percepciones frente a los fogonazos visuales que son las obras  de Zimmerman. Esta nueva forma de concebir la pintura lleva implícito también un aspecto tan relevante como es la forma en que la vemos, cuestionando y provocando la incertidumbre entre el objeto y su representación. Dicho de otro modo, y tal  como ya expresó Magritte  en su icónica obra  entre lo que creemos ver y lo que  hay en realidad.

Zimmerman logra traspasar la frialdad de los medios tecnológicos y digitales con una obra que nos atrapa, gracias a su poderosa presencia estética y carácter evocativo, donde la profundidad y densidad de sus materiales y sus efectos viscerales de luz y color son capaces de abrumar a quien la observa.

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