El esplendor y peligro del ormulú en la Francia del siglo XIX
“¡Que se vaya al infierno! Hasta el dorador cuyo cerebro ha sucumbido a los vapores del azogue es más apasionado que él”, exclamaba Flamíneo a Paulo Giordano Orsini, Duque de Bracciano, en la tragedia de John Webster, “El diablo blanco”, de 1612.