Colecciones como la que presentamos el próximo 6 de noviembre en subasta, nos demuestran la infinidad y variedad de opciones que el coleccionismo de la obra gráfica y la fotografía nos ofrece.
El siglo XX supone un cambio radical para el coleccionismo no sólo en el objeto de la colección sino también en quién colecciona. En este aspecto, la difusión que ha alcanzado la obra gráfica y la fotografía mediante las subastas de arte ha propiciado un cambio sustancial en la forma de concebir el coleccionismo de arte, cuya historia se ha venido desarrollando de forma indisoluble a las elites sociales.
Tanto por su naturaleza seriable, como por su implicación en las transformaciones sociales, las técnicas de grabado simbolizaron el inicio de la democratización del arte, haciéndolo más accesible al gran público y permitiéndonos fantasear con la posibilidad de adquirir un Picasso o un Miró sin necesidad de desembolsar grandes cantidades. Sin embargo, esta misma característica nos ha llevado muy a menudo y de forma errónea a considerarla un arte menor. Muy al contrario, debemos pensar en la obra gráfica como una técnica artística con una serie de particularidades que han permitido descubrir, experimentar y abrir un sinfín de nuevos caminos estéticos. Por tanto, lejos de concebirla como un arte menor, debemos considerar estas técnicas artísticas tal y como lo hacen sus propios creadores: es decir, como una expresión artística con entidad propia que nos abre la puerta a un universo creativo lleno de posibilidades. De hecho, desde su aparición, la obra gráfica ha sido una de las técnicas mediante la cual grandes maestros han dado rienda suelta a su creatividad y necesidad de experimentación.
La colección que os presentamos centrada en la producción gráfica contemporánea es un excelente ejemplo de la riqueza técnica y expresiva que las técnicas de grabado han permitido desarrollar. Gracias a artistas como Feito, Barjola, Canogar o Genovés y al virtuosismo y dominio de los diferentes procedimientos calcográficos que despliegan en obras como las que hoy os presentamos, la obra gráfica ha alcanzado su máximo potencial expresivo. En este sentido, la combinación y simultaneidad de técnicas que vemos en muchos de los ejemplares en licitación, nos lleva a una variedad de matices, texturas y acabados que las convierte, pese a su carácter seriado, en obras de un indudable valor estético. De hecho, la implicación del artista en el proceso puede incluir la incorporación de técnicas aplicadas a posteriori de la impresión como el collage o la intervención manual, que sin duda otorgaran un plus de exclusividad a la pieza.
En lo que atañe a la fotografía, desde su invención en el año 1839, se convirtió en una herramienta de comunicación fundamental para la sociedad, pero también en un elemento clave en el devenir de las bellas artes. Sin embargo, su consideración y valor como práctica artística por derecho propio ha ido evolucionando y afianzándose a medida que avanzaban los procedimientos y técnicas fotográficas. De este modo, mientras en un inicio el conocido como daguerrotipo fue creado como una herramienta para la ciencia, posteriormente fue el elemento que liberó de una vez por todas a la práctica pictórica de su función mimética hasta convertirse durante la postmodernidad en el medio idóneo para convertir en fetiche cualquier objeto.
La multitud de procedimientos creativos y posibilidades estéticas que la fotografía abarca, translucen en el conjunto de obras licitadas cuyos artífices son sin lugar a duda sinónimo de éxito y prestigio internacional. Con una propuesta y un lenguaje radicalmente distinto entre si, grandes fotógrafos como Josep Fontcuberta, Liliana Porter, Rosa Muñoz o Hanna Collins exploran bajo una mirada crítica los desafíos y realidades complejas del mundo actual, pero también se enfrentan en sus creaciones, a los propios retos que la evolución que esta práctica artística les plantea. En este sentido la doble intencionalidad intrínseca a la fotografía dada tanto por su valor documental como por su valor artístico, la convierten en uno de las artes más significativos para el hombre y su evolución.
Gracias a este tipo de técnicas que han logrado conectar con la realidad de nuestro tiempo, el arte ha logrado un mayor grado de accesibilidad y por tanto un impacto más directo entre las nuevas generaciones de coleccionistas, que ven en ellas un reflejo de sus preocupaciones e intereses, pero también de sus preferencias estéticas. Junto a ello, la amplia horquilla de precios que ofrece según cual sea el tipo de técnica empleada, el número de ejemplares por edición, las dimensiones de las piezas o si hay un trabajo posterior del artista sobre la pieza, ha contribuido a ampliar un nicho que como el del coleccionismo, siempre ha sido sumamente especifico.
Sin duda, la selección de obras en licitación representa una excelente oportunidad tanto para aquellos coleccionistas que se inician en este ámbito, como para aquellos que cuentan con una larga experiencia y conocimiento dentro del sector.