Desde Setdart, te contamos todo lo que necesitas saber acerca del coral y la turquesa, dos de las piedras, que coronan las piezas más veraniegas en joyería.
CORAL
Desde la antigüedad, las poblaciones que rodean el Mediterráneo han utilizado el coral con fines decorativos, medicinales y espirituales, atribuyéndole la capacidad de alejar el mal. Al igual que las perlas, el coral se forma a partir de materia viva en lugar de minerales.
Procedente de las profundidades marinas del Mediterráneo, especialmente, a lo largo de la costa italiana, la variedad más utilizada en joyería es el coral rojo. Sin embargo, existen distintas tonalidades, desde el rojo más intenso, hasta un rosa muy pálido, conocido como “piel de ángel”.
TURQUESA
La turquesa es una de las piedras preciosas documentadas más antiguas. Desde tiempos inmemoriales, ha capturado la imaginación de culturas alrededor del mundo. En el antiguo Egipto, por ejemplo, los gobernantes se adornaban con joyas de turquesa, considerándola un símbolo de poder y protección. De manera similar, los artesanos chinos han tallado turquesas, desde hace más de 3000 años, utilizando la piedra no sólo por su belleza, sino también por sus propiedades simbólicas y espirituales.
Se trata de una piedra opaca de un azul verdoso, que, muy raramente, se encuentra en los minerales. En joyería se utiliza en cuentas, cabujones, tallados y a modo de incrustaciones.
Dos consejos para el cuidado de joyas de coral o turquesa
Tanto el coral como la turquesa deben ser tratadas con delicadeza.
- Son sensibles a la exposición solar directa, por lo que es preferible protegerlas de los rayos del sol
- Deben mantenerse alejadas de productos cosméticos, ya que pueden verse afectadas por los perfumes o las cremas.