Manolo Valdés, reinventando la historia del arte

Frente a las obras de Manolo Valdés no podemos evitar preguntarnos qué pensarían Velázquez, Matisse o Picasso al ver sus obras maestras transfiguradas. Sea como fuera, de lo que sí existe una certeza absoluta es del rotundo éxito internacional que el artista valenciano ha logrado gracias a una particular revisión de la historia del arte que nos hace cuestionar la realidad de la época y de la misma práctica artística.

Desde sus inicios en los años 60 hasta la actualidad, la obra de Valdés ha evolucionado con absoluta coherencia, explorando y conquistando nuevos territorios artísticos desde un hondo conocimiento de la historia del arte y la más profunda admiración hacia sus grandes maestros. Sin embargo, lejos de contemplarlos desde la lejanía, Valdés rescata y toma de ellos aquellos aspectos de su arte que considera más oportunos para llevar a cabo un apoteósico  ejercicio de reinterpretación y recontextualización de la propia historia del arte con la que, década tras década, ha forjado su inconfundible universo creativo.

Lejos de caer en la monotonía que podría producir la reiteración de una misma fórmula, Valdés nos descubre su inmensa habilidad a la hora de vertebrar su trabajo bajo un mismo denominador común, evolucionándolo y reinventándolo en cada una de sus facetas. Dicha  reformulación se evidencia en la pareja de obras en licitación cuya distancia, no solo viene dada por los 20 años de diferencia que las separan, sino por un discurso estético que, pese a partir de un mismo planteamiento, difieren radicalmente entre sí.

De hecho, tras finalizar su periplo como integrante de Equipo Crónica, Valdés inicia en la década de los 80 un periodo de maduración y crecimiento creativo, que lo encaminó definitivamente hacia ese estilo tan personal y genuino al que  desde entonces ha permanecido fiel.

En esculturas como “Reina Mariana en art decó” se materializan las experimentaciones tridimensionales que el artista llevó a cabo en los inicios de su carrera en solitario mediante el tema iconográfico de las reinas marianas de Velázquez.  Escondida bajo la volumetría angulosa de la escultura, adivinamos a una Reina Mariana cuya apariencia velazqueña ha sido versionada en manos de Valdés bajo las formas primarias, sintéticas y geométricas propias del art decó. No obstante, las imperfecciones de la madera que de forma deliberada  deja  al descubierto, lo alejan de las pretensiones de las artes decorativas para evocarnos una etapa mucho más pura y auténtica: la de nuestra infancia y su espíritu lúdico.

Junto a Velázquez, Matisse fue otro de los grandes protagonistas de la transfiguración y reinterpretación con la que Valdés otorgó una segunda vida a algunas de las obras más icónicas de la nuestra historia. La pecera que protagoniza nuestra monumental obra alude a todas luces a la obra de Henry Matisse y más concretamente a “Peces rojos”, de la  cual el maestro francés creó hasta doce versiones donde recreaba el mismo motivo iconográfico. Este punto de partida le sirve a Valdés de pretexto para dar luz a una composición dominada por los aspectos matéricos, latentes ya desde la elección de la arpillera como soporte de la obra. La rugosidad del material, junto al protagonismo de la mancha, la desestabilización de la forma y la corporeidad de los pigmentos en pinceladas muy empastadas, hacen de la pieza un ejercicio que, bordeando la tridimensionalidad, nos remite a la plástica informalista.

En ambos casos, el juego de permutaciones estilísticas y referenciales a la historia, dan paso a una nueva imagen que, en su completa originalidad y contemporaneidad, logra establecer un dialogo entre el arte del pasado y del presente. Dicho de otra manera; es Valdés respondiendo a Velázquez y Matisse.

Lejos de limitarse a evocar aquellas obras que ya son iconos de nuestra historia, Valdés da un paso mucho más definitivo y contundente: las disecciona y deconstruye para crear una nueva narrativa que mira, descifra y reinventa el arte del pasado desde una perspectiva contemporánea. Una perspectiva, que, con el paso del tiempo, se convertirá también en un enigma que las miradas futuras descifrarán y actualizarán.

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