Galería de las Colecciones Reales: un tesoro que hay que descubrir

Sin lugar a duda la recién inauguración de la pinacoteca de las colecciones reales ha sido uno de los eventos culturales del año. Su apertura el pasado 8 de julio despertó una gran expectación logrando, con un total de 57.842 visitantes, según datos facilitados por Patrimonio Nacional, un éxito rotundo.

El origen de este nuevo espacio museístico se remonta a 1935, cuando durante la II República se inició el proyecto de construcción. Este primer intento quedó frustrado por el estallido de la Guerra Civil, retomándose en el año 1998, cuando se aprobó la construcción del centro cuyas obras concluyeron en 2015. El edificio, proyectado por Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno Mansilla, ha sido galardonado con varios premios de arquitectura, destacando el primer premio COAM 2016 y el FAD de arquitectura en 2017.

La colección, ubicada en tres de las seis plantas con las que cuenta el edificio, se convertirá, tal y como afirmo el Rey Felipe VI durante el acto inaugural oficial, en “el principal instrumento para la conservación, gestión y difusión del legado histórico y artístico de la Corona“.

En este sentido, el curso de la historia del arte en España durante la Edad Moderna está especialmente condicionado por su relación con la Monarquía. Es usual que los gustos regios marquen las directrices artísticas en su reino, sin embargo, el caso español es del todo excepcional. Nuestros soberanos en su mayoría fueron grandes coleccionistas y mecenas, llegando a ser en muchos casos los más relevantes de su tiempo.

Es por ello, que la apertura de un espacio museístico en el que se reúnen piezas maestras de distintas disciplinas como pinturas, tapices, plata o mobiliario para explicar con nitidez esta historia que se inicia con los Reyes Católicos y las tablas de Juan de Flandes hasta Alfonso XIII y su retrato de Ramón Casas, representa un auténtico revulsivo para dinamizar el panorama cultural nacional.

La concentración y selección de obras maestras está dividida por cada monarca. Mientras que en la primera sala las colecciones de tapices y de la Real Armería dialogan con obras de El Bosco, Tiziano, El Greco, Ribera, Velázquez y Caravaggio, entre otros, en la segunda sala los instrumentos musicales, el mobiliario y las artes decorativas conviven con Mengs, Goya, Tiepolo, Paret y Maella. La planta -3, que también tiene acceso desde el Campo del Moro, se podría definir como la planta del siglo XXI. Allí se ha instalado un cubo inmersivo donde se proyectan, en 360 grados, imágenes de espacios arquitectónicos y naturales de diversos Reales Sitios.

Retratos de Felipe III, primero por Pantoja de la Cruz en la Galeria de las Colecciones Reales, el segundo, obra de taller vendida en Setdart, tercero, obra de la mano de Pantoja de la Cruz adjudicado también en Setdart.

Como hemos mencionado al inicio existe una gran influencia del gusto real en el panorama artístico de su reino. Los artistas protegidos por la corona, los pintores de cámara, eran los más reputados por la sociedad y por tanto los de mayor éxito comercial. Pongamos un ejemplo adjudicado en nuestra sala, el retrato de Felipe III por Juan Pantoja de la Cruz. El retrato conservado en el nuevo museo es réplica directa del mismo artista. Esto nos demuestra que tanto el rey como sus cercanos encargaban obras a los artistas en un alarde de imitar a su gobernante. En el caso de este retrato puede que sea un encargo de la corona con una finalidad diplomática.

“Salomé presentando la cabeza del Bautista a Herodías” por Gerard Seghers, primero de la colección real y el segundo adjudicado en Setdart.

En la exposición existe también una magnifica tabla de Gerard Seghers con la escena de Salomé y la decapitación del Bautista. Un lienzo con idéntica composición de la propia mano de Seghers fue vendido en Setdart el pasado año.  Un dato a tener en cuenta para entender el valor del coleccionismo real es su impronta en los artistas españoles. No podríamos entender la evolución del genio de Velázquez si este no hubiera tenido acceso a las pinturas de Rubens o de los maestros venecianos como Tiziano o Tintoretto.  Podemos afirmar, sin ningún tipo de duda, que el prestigio de la colección estaba muy por encima de otras casas reales, pensemos por ejemplo que el museo expone un lienzo de Caravaggio, el Cristo de Bernini, el San Cristóbal de Patinir o Felipe II arrodillado del Greco, sólo por mencionar algunos de los más brillantes extranjeros.

   

Traje de D. Ignacio Lacaba (cirujano de Cámara de Carlos IV) y traje del conde de Sástago, circa 1790. Colecciones Reales y Museo del Capricho, adquirido en Setdart.

No podríamos concluir esta reseña sin agradecer la puesta en valor de las artes decorativas. El refinado gusto de los reyes abarcaba todas las disciplinas. La promoción de artistas concretos es patente pero también el mecenazgo de oficios y su protección con las reales manufacturas como la Fabrica de vidrios de la Granja, la de porcelana del Buen Retiro o la de Sedas de Valencia.  Un ejemplo de este último es el magnífico traje masculino hacia 1790 que es muy similar al recientemente adquirido por el Museo del Capricho.

El nacimiento de un museo como la Galería de las Colecciones Reales es un motivo de orgullo para todos nosotros por su representativo catálogo y su inteligente diseño que a buen seguro se convertirá en un lugar de peregrinación para cualquier amante del arte.

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