El nuevo siglo de oro de la pintura valenciana: Mongrell y Degraín

El arte valenciano vivió a partir de la segunda mitad del siglo XIX una época dorada en la que Joaquín Sorolla y sus contemporáneos dieron inicio al conocido luminismo valenciano. A esta prolífica corriente se adscribe toda una generación de artistas que como herederos de los rasgos y valores propios de este estilo, buscaron en los escenarios típicos del costumbrismo levantino la realidad más amable de la vida. El denominado nuevo siglo de oro de la pintura valenciana encuentra en nuestra subasta del día 10 de octubre, una magnífica representación que, de la mano de sus grandes figuras, nos viene a demostrar la huella imborrable que dejaron tras de sí en el arte español.

La importante huella sorollesca queda reflejada en artistas que, como José Mongrell alcanzaron un nivel de excelencia mucho más allá de las consideraciones simplistas que los reducen a meros discípulos. En este sentido, el artista absorberá las enseñanzas de sus antecesores sin perder ese carácter más clásico y disciplinado que le otorgará una identidad propia. Los paisajes de Mongrell, trabajados con verdadero esmero, se convierten en el escenario idóneo para mostrar la dignidad de unos personajes comunes que, desempeñando sus quehaceres diarios, se erigen como verdaderos héroes de la modernidad. La solidez de sus protagonistas, combinada con la calidez de su paleta  y la agilidad de su pincelada, nos trasporta a la visión más íntima y vital del costumbrismo valenciano desbordante, como siempre, de la hipnótica luminosidad del mediterráneo.

Sin embargo, frente a estas representaciones de carácter costumbrista, asociadas de forma inapelable al luminismo valenciano, se desarrolló también una especial predilección por los temas de carácter mitológico en los que se manifiesta un intencionado efecto dramático y épico que se desencadenó en la pintura decimonónica europea a raíz del romanticismo. En este sentido, podemos considerar a Antonio Muñoz Degraín como una de las figuras más singulares de la pintura valenciana de finales del siglo XIX cuyo carácter fantasioso e imaginativo se reafirma mediante obras como “La laguna estigia”.

La laguna Estigia en la mitología griega constituía el límite entre la tierra y el mundo de los muertos donde las almas coléricas y furiosas eran condenadas a terminar ahogadas en sus pútridas aguas. Degraín emplea como pretexto esta fábula mitológica para dar luz en esta obra a su vertiente más fantasiosa. En un apoteósico ejercicio expresivo y cromático, el artista nos brinda una visión de la naturaleza que, en su dramatización y teatralización, se acerca al gusto romántico y a los preceptos simbolistas.

Esta visión, además de reflejar los propios miedos del artista con relación al infierno, nos revela el profundo conocimiento que adquirió entorno a la naturaleza y a su poder destructor. Sin embargo, y como hicieron también los pintores románticos, Degraín supo extraer, incluso en las más terribles catástrofes, su belleza más indómita y poética.

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