Un eco de belleza en el Barroco italiano

El reflejo del agua actúa como un espejo que en cierta manera distorsiona la realidad, creando así un universo imaginario digno de las mejores historias.  La de Narciso conjuga la tragedia con el arte al tiempo que actúa como un ejemplo moralizante desde hace siglos.

La belleza de la juventud suele ir aparejada a la inmadurez, vanidad y soberbia. Todos estos rasgos estaban presentes en Narciso. Era tal su aspecto que según el mito enamoraba a todo aquel que le mirara. Los continuos pretendientes que le rondaban terminaban igual de frustrados al recibir la misma respuesta negativa. No obstante, uno de esos rechazos provocó una cruel venganza.  Según dos versiones, la ninfa Eco o el joven beocio Aminias sufrieron el rechazo de él y pidieron a Némesis que le castigara por ello. La belleza de Narciso es arrebatada por él mismo al verse reflejado en agua. El único sentimiento de amor que conoce es producido por su propia belleza, y el ansia por poseerla le condena a sumergirse hasta producirle la muerte.

Pintura de Caravaggio. La Gallerie Nazionali d'Arte Antica, Roma

Este mito, capturado en esta escultura, representa a la perfección la contraposición universal entre Eros y Thanatos, que Sigmund Freud resumió cómo, vitalidad o amor y muerte o autodestrucción, respectivamente. Así, uno de los instantes más bellos y, a la vez más trágicos, de la mitología, se ha convertido en un recurso del arte para representar una paradoja universal.

Detalle del lote 35311306. Maestro italiano; s. XVII.

Una escultura que plasma la profundidad del mito de Narciso

Todas las premisas mencionadas están presentes en la siguiente escultura. Podemos intuir como Narciso acaba de verse sorprendido por su propio reflejo cuando se acerca a la cristalina superficie del agua. Una suave sonrisa se intuye en su rostro en un eco de la inocencia y felicidad que produce el buen amor. El contrapeso del cuerpo con la inclinación hacia la parte inferior nos indica que ya ha comenzado el principio del desenlace fatal. Estos instantes de tensión crecen en el espectador que se sitúe cerca de la estatua.

Las dimensiones de la obra actúan como una barrera entre lo humano y lo divino confiriéndole un aire místico a la figura del joven griego. Las colosales dimensiones y la inmortalidad que dota el mármol parecen reservados sólo para las divinidades o los héroes. La fría piedra adquiere la textura de la piel suavemente velada por un paño que cubre su desnudez. El autor juega con la gestualidad del personaje para mostrar y esconder el cuerpo en un alarde de lujuria y censura que aumentan la expectación. Es probable que la obra formara parte de una fuente monumental en la cual sería la parte central. Su postura indica el recorrido a realizar el espectador manteniendo como barrera la superficie del agua alrededor de él.

Esta escultura consigue que quedemos una vez más cautivados por la idea que representa Narciso, como el amor y la tragedia pueden ser elevados a la eternidad por el arte. Para los coleccionistas y amantes del arte, tener la oportunidad de adquirir una escultura de esta magnitud es un verdadero privilegio.

Maestro italiano; s. XVII.

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