En una época en la que Paris se había consolidado como el epicentro artístico por antonomasia, las experimentaciones pictóricas de un grupo de jóvenes artistas entraron en escena para dar un giro radical al mundo del arte que desembocaría en el inicio de las vanguardias.
Los nombres de Matisse, Derain y Vlaminick quedarían unidos por siempre bajo el nombre de Les Fauves, en referencia al espíritu rebelde y fiero que les dominó. En sus obras usaban colores puros y arbitrarios, exageraban el dibujo y forzaban la perspectiva hasta lograr asombrar a quienes veían sus obras por vez primera.
En este aspecto, es muy probable que la personalidad y obra de Vlaminick sea la que dé forma más fiel y extrema encarnó la idiosincrasia fauvista. Pese a la corta existencia del grupo (1904- 1907), el espíritu fauve permaneció en Vlaminick de forma inapelable, convirtiendo sus lienzos en un lugar donde verter de forma tan intuitiva como vehemente sus propias emociones. Ejemplo de ello es el lienzo en licitación, cuya creación, pese a no inscribirse en la etapa propiamente fauvista permanece impregnada del carácter espontáneo instintivo y arrollador que caracterizó a Vlaminick.
Entendiendo el color como la liberación espontánea de lo instintivo, Vlaminick plasmó a través de sus paisajes no solo su propio temperamento, sino que también expresó su propio sentir respecto al contexto histórico belicista.
Su carácter rebelde y contestatario, queda registrado en su obra mediante una pincelada nerviosa y gruesa, de empastes densos que no hacen más que potenciar la arrebatada y flamante expresividad del paisaje, cuyo agresivo cromatismo ya no necesita de la exaltada vivacidad propiamente fauvista, sino que mediante tonalidades sombrías pero contrastadas, logra extraer toda la potencia de las fuerzas de la naturaleza. En este sentido, el legado de Van Gogh, reconocido como el verdadero padre del expresionismo, fue del todo determinante en el desarrollo de la obra de Vlaminick, quien quedó completamente conmocionado tras asistir a la exposición que tuvo lugar en Paris en el año 1901
Como para las expresionistas alemanas, Van Gogh fue para los fauvistas un referente imprescindible, no solo por el empleo de una pincelada vibrante y una paleta de colores encendidos, sino también en la manera de representar ciertos géneros, como el autorretrato, el retrato y el paisaje. En cuanto a esta última temática, Vlaminick sintió una especial admiración por la forma en la que Van Gogh luchaba por expresar, en el cuadro, su estado interior.
Vlaminick no solo admiró las cualidades formales de la pintura de Van Gogh, sino que también fue un referente en cuanto a la intensidad de su visión artística y vital porque, del mismo modo que sucede con la pintura de Van Gogh, los suyos fueron sin duda, unos paisajes surgidos de la pasión y de un instinto salvaje.