Setdart presenta, como parte de una colección privada anglo-española, una selección de piezas orientales que aglutinan gran parte de las técnicas artísticas que fascinaron a occidente desde el siglo XVI.
Si bien las tierras orientales de Asia no eran desconocidas para los europeos, en parte gracias a Marco Polo, hasta el siglo XV estas dos culturas habían vivido de manera prácticamente ajena entre sí, estableciendo pequeños vínculos intermitentes protagonizados por mercaderes o nómadas. Gracias a los avances en materia geográfica que marcan el comienzo de la Edad Moderna, las riquezas de los cinco continentes se convierten en un todo que inicia un incansable flujo por el globo, el cual continúa hasta el día de hoy.
Pioneros en esta red de comunicaciones marítimas fueron España y Portugal, cuya avalancha de productos, nunca antes concebidos, a los puertos de Sevilla y Lisboa provoca una fascinación febril que se traduce en elucubraciones, leyendas y, sobre todo, ingentes intercambios comerciales. El monopolio duraría únicamente un siglo, pues pronto ingleses y holandeses reclamarían su pedazo de pastel con la creación de las compañías de las Indias orientales.
Catalina de Austria o Felipe II fueron también embelesados por los tesoros orientales, distribuyéndolos en forma de obsequios por las cortes europeas o formando parte de sus colecciones personales.
Este gusto no decayó en los siglos siguientes, sino más bien al contrario, alcanzó su cenit en el siglo XVIII con la porcelana como protagonista. Creada ex profeso en los alfares de Jingdezhen, combinaba motivos chinescos con elementos o tipologías de la tradición occidental, en ocasiones obedeciendo a encargos particulares.
Ejemplos paradigmáticos, que hablan de esta unión extraordinaria, se pueden encontrar en las piezas que licitamos.
El lote 35312897, un plato del periodo Wanli, es un buen primer testimonio de esas piezas hechas para la exportación, y cuyo nombre, tal vez, guarde relación con las carracas portuguesas, buques mercantes portugueses que poblaban las costas del viejo continente.
Avanzando un poco en el tiempo, ya dentro de la Dinastía Qing, periodo Kangxi, en el umbral del siglo XVIII, aparece la porcelana de Batavia o “café con leche”, representada en el lote 35314969, la cual toma su nombre de la actual Yakarta, donde la Compañía Holandesa de las Indias Orientales había establecido su centro de operaciones; posiblemente debiera su tonalidad a la cerámica Yixing, en un deseo de aunar sus características con las de la porcelana. Sin abandonar el periodo Kangxi, otras de las piezas que recuerdan la síntesis de culturas son las del lote 35314919, con monturas en plata neerlandesa.
Finalmente, y como prueba de toda la influencia que la cultura china ha tenido en occidente, una pieza, la del lote 35315011 que, tras un primer vistazo, podría pasar por un jarrón cantonés de la familia rosa para la exportación, pero que tras un análisis más pormenorizado revela su verdadero origen: Inglaterra. No son pocas las manufacturas europeas que, debido al éxito de la porcelana china, emularon su estilo para una clientela ávida de “chinerías” a precios más populares, como podría ser el caso de Chelsea o Samson, esta última en Francia.
Estamos ante una oportunidad única para acercarnos a obras de arte que siguen despertando un fervor artístico sin precedentes entre los coleccionistas, obras extraordinarias que aglutinan los pareceres artísticos de dos mundos obligados a entenderse.