El diseño escandinavo tiene una cualidad que trasciende modas: su capacidad de unir belleza y funcionalidad con naturalidad poética. Pero dentro de ese universo, hay una figura que brilla con luz propia —literal y metafóricamente—: Poul Henningsen (1894–1967), el gran maestro del diseño danés y creador de algunas de las lámparas más influyentes del siglo XX.
En la subasta de Diseño del 25 de noviembre en Setdart, presentamos una excepcional colección de lámparas originales de Poul Henningsen, fabricadas entre las décadas de 1920 y 1940. Son lámparas PH auténticas —no reediciones modernas— producidas principalmente por Louis Poulsen, que conservan la pátina, los materiales principales y las proporciones que las convierten en verdaderos iconos del diseño nórdico.
Encontrar ejemplares auténticos de los años 30 y 40 es hoy relativamente difícil. Muchos modelos originales se conservan en manos de coleccionistas, museos o aparecen de forma esporádica en subastas; cuando salen a la venta, a menudo han pasado por procesos de restauración profesional y alcanzan precios elevados. Esto aumenta la demanda y la rareza de ciertos modelos y acabados.
Un diseñador que entendió la luz como emoción

Hijo de la escritora progresista Agnes Henningsen, Poul Henningsen creció en un ambiente intelectual y libre que marcó su pensamiento. Aunque inició estudios de arquitectura, pronto se obsesionó con un desafío que nadie había resuelto con elegancia: cómo domesticar la luz eléctrica, que por entonces era fría, agresiva y sin alma.
Su respuesta fue magistral. En 1926 desarrolló su célebre sistema de tres pantallas superpuestas (three-shade system), una estructura revolucionaria que difunde la luz sin deslumbrar y crea una atmósfera cálida y humana. No se trataba solo de iluminar un espacio, sino de esculpir la luz.


El éxito fue inmediato. En la Exposición de París de 1925, sus luminarias diseñadas para Louis Poulsen obtuvieron la Medalla de Oro. Desde entonces, el nombre de Poul Henningsen quedó ligado a la historia del diseño escandinavo y a la revolución estética que definiría el modernismo danés.
Las primeras lámparas PH se presentaron en la exposición Forum de Copenhague en 1926 y causaron sensación por su sorprendente escala: algunas alcanzaban un diámetro de hasta 85 cm en la pantalla superior. Durante la década de 1930, la colección evolucionó con la incorporación de modelos más compactos, como la versión de 16 cm lanzada en 1933, así como nuevas variantes en materiales y acabados que incluían desde el vidrio opalino hasta el metal.
Los modelos con pantallas superiores más amplias y pantallas inferiores más pequeñas dirigían la luz principalmente hacia abajo, lo que los hacía especialmente adecuados para colocarse en posiciones elevadas, proporcionando iluminación general a los espacios. Muchos de estos diseños incorporaban además un pequeño cuenco en la parte inferior, destinado a evitar el deslumbramiento y proteger la vista del foco de luz. Este principio sigue siendo característico de la actual lámpara PH 5/5.
Luz, forma y función: el legado que cambió el diseño
La genialidad de Poul Henningsen consistió en crear lámparas que eran ecuaciones perfectas entre ciencia y poesía. Su estructura racional —capas metálicas o de vidrio que reflejan y suavizan la luz— se combinaba con un equilibrio visual impecable, preludio del funcionalismo nórdico. Como él mismo afirmaba:
No deseamos una nueva forma, salvo que lo dicte una nueva necesidad
De esa filosofía nacieron modelos que hoy son auténticos iconos del diseño moderno, reinterpretados durante décadas, pero casi imposibles de igualar cuando se trata de las lámparas originales de Poul Henningsen.

Las joyas de la colección en subasta
Setdart reúne ahora un conjunto extraordinario de lámparas de Poul Henningsen, todas fabricadas entre los años 20 y 40. Cada una cuenta su propia historia, y todas comparten la pureza conceptual de la luz PH:



- PH 2/2 “The Question Mark”, años 30. Su brazo curvado, en forma de signo de interrogación, es una metáfora visual del espíritu inquisitivo de su creador.
- PH 4,5/4, colgante de los años 30, en cobre, marcada “Patented”. Un diseño de elegancia industrial con un brillo cálido que envejece con dignidad.
- PH 3,5/2 pat. appl., 1927. Una de las primeras versiones patentadas, testimonio de la experimentación técnica del maestro.
- PH 4/3 pat. appl., 1927. De las primeras series funcionales, base de toda la familia de modelos posteriores.
- Suspensión “Anchor Crown” 3/2, década de 1920. Un diseño pionero que anticipa la evolución del sistema PH.
- PH 5/3, 1926. Modelo fundacional donde se definen las proporciones que marcarían el canon de la luz moderna.
El valor de la autenticidad


En un mercado cada vez con más reediciones, las lámparas originales de Poul Henningsen poseen un valor patrimonial que trasciende la estética. Son documentos materiales del diseño moderno, testigos de una época en la que Dinamarca construía su identidad cultural a través de la luz.
Cada marca de taller, cada pátina o desgaste, forma parte de su biografía. Para los coleccionistas de diseño, esa autenticidad —sumada a la rareza y al estado de conservación— convierte estas piezas en obras de museo y en inversiones sólidas dentro del mercado internacional del diseño vintage.
De los años 30 al diseño contemporáneo


El legado de Poul Henningsen sigue iluminando nuestro tiempo. Su estudio de la luz influyó en figuras como Arne Jacobsen o Verner Panton, y sus luminarias siguen presentes en los interiores contemporáneos más prestigiosos.
La estética PH —discreta, equilibrada, profundamente humana— ha regresado con fuerza en la tendencia actual hacia espacios cálidos y atemporales. Cada lámpara original de los años 20 o 30 es, en realidad, una lección de modernidad que nunca ha perdido vigencia.
Una cita con la historia del diseño
La subasta de Setdart del 25 de noviembre es una oportunidad única para contemplar y adquirir auténticas piezas de Poul Henningsen. No son reproducciones ni reinterpretaciones: son fragmentos reales de la historia del diseño nórdico, con toda su carga simbólica, técnica y emocional.
Estas lámparas no solo iluminan espacios: iluminan una época. Representan la unión perfecta entre técnica, arte y emoción, y siguen cautivando a quienes entienden que el buen diseño es, ante todo, una forma de pensar.
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