La Diosa Venus al desnudo.

No es de extrañar que una de las principales deidades de la antigua mitología romana como es la diosa del amor y la belleza, haya sido fuente de inspiración para artistas de todas las épocas hasta convertirse en uno de los motivos de representación más recurrentes en la historia del arte. Desde la antigüedad clásica, y siguiendo distintas tipologías, Venus ha servido tanto para representar el ideal de belleza femenino existente en cada periodo como para expresar determinadas ideas y símbolos.

En nuestra próxima subasta de arqueología del día 6 de febrero contamos con este magnífico torso de Venus (35053494) realizado en mármol durante el Imperio romano entre el siglo I y II d.C que ejemplifica el modelo conocido como Venus Púdica en el que se representa a la diosa en el momento previo o posterior al baño, ritual de las Eleusiadas (rito para restaurar su virginidad) cubriéndose los senos y el pubis, en actitud de recato, como si la hubiéramos sorprendido en ese preciso momento.  La desnudez completa del torso que la diosa presenta se debe a la ausencia de sus extremidades superiores tras las que se escondían algunas partes del cuerpo tal como demuestran otros ejemplares en los que estos si se han conservado. A pesar de no mantener su aspecto original, este bello torso nos trasmite a través de sus sinuosas pero sutiles formas y de su delicado acabado marmóreo, el canon estético establecido en el arte de la antigüedad clásica, fundamentado en los conceptos de armonía, proporción y simetría. En su búsqueda del ideal de belleza la representación del cuerpo humano y su desnudez ocupará un lugar prioritario en el imaginario del arte clásico, siendo el de la Venus púdica uno de los temas más idóneos para ello.

¿Conoces sus orígenes?

Los primeros testimonios artísticos que conservamos de la diosa se remontan al siglo VII a.C y en ellos la Diosa Afrodita, el equivalente griego de Venus, aparece vestida como protectora del matrimonio. Sin embargo, no será hasta el Siglo IV a.C de la mano de Praxíteles, que la diosa aparecerá esculpida desnuda iniciando una de las iconografías más repetidas y admiradas de la historia del arte. De hecho, la representación del desnudo femenino en el arte occidental encuentra su origen en este tipo de creaciones, concretamente en la conocida como Afrodita de Cnido. La escultura estaba destinada a ser ubicada en un templo de la ciudad helénica de Cnido y se la llamó Knidia o Cnidia porque fueron los habitantes de esta ciudad quienes adquirieron la estatua, después de que los ciudadanos de Cos la rechazaran y compraran a Praxíteles una versión más decorosa de la diosa vestida.

El modelo praxiteliano, representa un hito en la historia de arte, no solo por la inédita desnudez de la Diosa, sino por los recursos técnicos y formales que incorporó en ella. Con la llamada curva praxiteliana y mediante una evolución de la postura del contrapposto, consiguió que el cuerpo distribuyera el peso de una manera más marcada, obteniendo una silueta en forma de S. Este gesto envolvente pero sutil, supone una ruptura de la frontalidad que otorga un gran realismo y sentido del movimiento. Esta Venus popularizada sobre todo durante la época helenística, se convertirá en el modelo a seguir por todas las posteriores, como atestiguan las múltiples copias y variantes romanas que han llegado a nuestros días y gracias a las cuales tenemos conocimiento del aspecto que debió tener la diosa esculpida por Praxíteles.

La Venus Colonna conservada en el Museo Pio-Clementino como parte de las colecciones de los Museos Vaticanos. Ahora es la copia romana más conocida y quizás más fiel del original de Praxíteles.
La Venus Capitolina, escultura ubicada en los Museos Capitolinos es una copia antonina de una escultura helenística tardía que deriva del original de Praxíteles. De ella se contabilizan al menos, más de cien réplicas, dando nombre a la conocida como Venus de tipo capitolino.
La Venus Colonna conservada en el Museo Pio-Clementino como parte de las colecciones de los Museos Vaticanos. Ahora es la copia romana más conocida y quizás más fiel del original de Praxíteles.
La Venus Capitolina, escultura ubicada en los Museos Capitolinos es una copia antonina de una escultura helenística tardía que deriva del original de Praxíteles. De ella se contabilizan al menos, más de cien réplicas, dando nombre a la conocida como Venus de tipo capitolino.
La Venus de Milo que podemos admirar en el museo del Louvre convertida en un icono universal es una de las estatuas más representativas del período helenístico en el que se retoma el interés por los temas clásicos al tiempo que los renueva.
La Venus Medici hoy conservada en la Galería de los Uffizi, es en realidad una copia en mármol del siglo I a.C. de un original griego en bronce del siglo III a. C., hoy perdido.

La representación de la Diosa Venus en sus distintas tipologías e interpretaciones encontró continuidad en épocas posteriores perdurando en el tiempo hasta la actualidad. Así, durante la Edad media y la llegada del cristianismo su imagen se empleará como símbolo del pecado de la lujuria en contraposición a la imagen de la Virgen Maria, símbolo de pureza. Con a llegada del Renacimiento el mundo clásico revivirá una época de esplendor de la que son fruto obras tan celebres como “El nacimiento de Venus” de Botticelli, claro ejemplo del influjo que ejerció el modelo iniciado por Praxíteles. En épocas sucesivas se introducirán nuevas variantes como la Venus recostada, famosa por obras como las realizadas por Tiziano o Velázquez. Sin embargo, también pervivirán los modelos más fieles al original, de la mano de artistas como Antonio Canova y su  Venus Vitrix ( Paulina Borghese) cuyo  estilo estuvo inspirado en gran medida en el arte de la Antigüedad Clásica .  Incluso en la actualidad, la figura de Venus sigue siendo   motivo de representación para artistas como Jeff Koons y su particular interpretación del mundo clásico.

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