Nacido de las cenizas de la Revolución francesa, el estilo Imperio refleja el espíritu de una época en la que el arte se convirtió en vehículo de poder y grandeza. Fue el lenguaje visual elegido por Napoleón Bonaparte para legitimar su gobierno, exaltar sus conquistas y proyectar su imagen como heredero de los emperadores romanos. Un estilo que recuperó la fuerza simbólica de la Antigüedad y la puso al servicio del nuevo orden imperial.
Un lenguaje imperial para una nueva era

Bajo la figura de Napoleón Bonaparte, este lenguaje estético rescató la grandilocuencia de la antigua Roma, la solemnidad de la Grecia clásica y el exotismo del Egipto faraónico. Su objetivo era claro: mostrar la continuidad entre el Imperio napoleónico y las civilizaciones más admiradas del pasado. En este contexto, el estilo Imperio no solo se expresó en la arquitectura y las artes plásticas, sino también en el mobiliario y las artes decorativas, donde alcanzó algunas de sus manifestaciones más refinadas.
Maestros del bronce: Thomire y los grandes broncistas del estilo Imperio
Thomire fue mucho más que un broncista: dominó el arte de transformar el metal en símbolo. Sus obras, que comprenden desde monumentales candelabros hasta monturas para mobiliario, combinan el virtuosismo técnico con una iconografía cuidadosamente elegida. Su dominio del modelado y la doradura elevó el bronce dorado al nivel de las grandes artes. Junto a él, también destacaron figuras clave como André-Antoine Ravrio y Jean-François Feuchère, que compartieron la ambición de llevar las artes decorativas a una nueva cumbre de perfección formal y carga simbólica.
La creación artística en el Imperio: colaboración entre maestros del arte y la artesanía
La creación de estas piezas fue el resultado de una sinfonía entre artistas, diseñadores y artesanos. Arquitectos como Percier y Fontaine definieron el lenguaje visual del Imperio; broncistas como Thomire materializaron sus diseños, y los ebanistas y tapiceros completaron un conjunto destinado a encarnar el esplendor de la era napoleónica. Esta colaboración permitió una integración total de las artes en los espacios del poder.
Candelabros imperiales: la majestad del Egipto reinterpretada en bronce

La monumental pareja de candelabros de cuatro luces que se licita el próximo 22 de mayo representa a sendas sacerdotisas egipcias en bronce patinado y dorado. Su silueta serena y vertical evoca la solemnidad intemporal de los templos del Nilo, reinterpretada al servicio del lenguaje visual napoleónico. El modelo de estas figuras puede rastrearse hasta un dibujo realizado hacia 1800 por Percier y Fontaine, conservado hoy en el Musée du Louvre. Este diseño demuestra cómo la fascinación napoleónica por el Egipto faraónico se tradujo en formas escultóricas que fusionaban exotismo y rigor clásico. Se trata de piezas que condensan el gusto refinado del Imperio y su capacidad para transformar la antigüedad en arte de representación política.
Del bronce dorado al mercurio: técnica y esplendor del estilo Imperio

La técnica del bronce dorado al mercurio alcanzó su máxima expresión durante el Imperio. Este delicado y peligroso proceso consistía en aplicar una amalgama de oro y mercurio sobre el bronce, que se calentaba posteriormente para fijar el oro a la superficie metálica. El resultado era una doradura luminosa y resistente, capaz de realzar cada relieve y cada detalle del modelado. Acabados mates y bruñidos convivían en una misma pieza, mostrando el dominio absoluto del taller sobre la materia.
El coleccionismo hoy: del trono al salón
Las piezas del estilo Imperio, especialmente aquellas salidas de los talleres de Thomire o su círculo, continúan siendo codiciadas por coleccionistas e instituciones de todo el mundo. Su elegancia intemporal, su virtuosismo técnico y su dimensión histórica las convierten en objetos únicos. Subastas como la de Setdart permiten hoy incorporar a colecciones particulares piezas que, en su origen, estuvieron destinadas a los salones del poder.
Más que decoración: símbolos de una visión imperial
Candelabros, relojes, esculturas y mobiliario de esta época no son solo objetos decorativos. Son expresiones materiales de una visión política, cultural y estética. Encarnan el intento de un régimen por definirse a través del arte, y por construir una identidad a partir de los referentes del pasado. El estilo Imperio no fue únicamente una moda: fue una estrategia visual de representación y permanencia.
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