Dalí y el Surrealismo

Bajo el influjo de Freud

Las obsesiones, tormentos y deseos ocultos, que esconde la psique humana, han sido uno de los motores creativos más poderosos de nuestra historia. En este aspecto, el año 1900 se convirtió en una fecha clave, en la que se desencadenó, un auténtico fervor por explorar, interpretar y comprender el mecanismo oculto de nuestra mente. Fue entonces cuando, Sigmund Freud publicó la que ha sido una de las obras más controvertidas, a la par que relevantes, de la historia, no sólo de la psicología, sino del pensamiento occidental contemporáneo: La interpretación de los sueños.

Sigmund Freud: La musa del grupo surrealista

Con la introducción de conceptos tan revolucionarios, como el inconsciente, Freud puso en jaque la vision tradicional de los humanos como seres racionales, cuya verdadera naturaleza estaría dominada por unas pulsiones eróticas y agresivas que, al haberse reprimido, se manifestaban en forma de sueños.

Sus revolucionarias ideas, como tan a menudo ha sucedido a lo largo de la historia, causaron fobias, pero también grandes filias. Entre el círculo de intelectuales que quedó asombrado por los nuevos postulados freudianos, fueron los integrantes del movimiento surrealista, los que lo acogieron con mayor entusiasmo.

De hecho, fue André Bretón quien, como padre fundador del movimiento, agradeció y puso en valor los hallazgos de Freud en el ámbito del inconsciente y de los sueños. Tal y como podemos substraer del Primer manifiesto surrealista (1924), la reivindicación del sueño como una de las vías fundamentales de liberación de la psique, se convirtió en uno de los estandartes del movimiento y, en consecuencia, Freud en uno de sus principales referentes.

La doctrina psicoanalítica inspiró no solo las teorías surrealistas, sino que también las puso en práctica, a través de nuevas técnicas, que, como el frottage o la decalcomanía, facilitaban la pérdida de control y el reencuentro con una naturaleza vital primaria que encuentra su expresión más genuina en el inconsciente

La doctrina psicoanalítica inspiró no solo las teorías surrealistas, sino que también las puso en práctica, a través de nuevas técnicas, que, como el frottage o la decalcomanía, facilitaban la pérdida de control y el reencuentro con una naturaleza vital primaria que encuentra su expresión más genuina en el inconsciente

Dalí y su obsesión por el psicoanálisis

La obra de Dalí está íntimamente unida a los descubrimientos más novedosos de la época. La energía atómica, la hélice del ADN, la teoría de la relatividad y, como no podía ser de otra forma, el psicoanálisis, se transformaron en el germen, que desencadenó el torrente creativo del genio ampurdanés.

Los descubrimientos de Sigmund Freud, en materia del inconsciente y de los sueños, fueron como una ventana abierta, a través de la que, Dalí encontró un espacio, donde trasladar la psique humana y exteriorizar sus recuerdos, obsesiones y deseos ocultos.

De hecho, el interés desmedido por las teorías que extrajo de la lectura La interpretación de los sueños, se tradujo en varios intentos por conocer a su admirado Freud, que no se materializaron hasta 1938, gracias a las gestiones, que hicieron el escritor austríaco Stefan Zweig y el poeta Edward James. En aquella reunión, realizada el 19 de julio de 1938, Dalí intentó sin éxito que Freud respaldara su método paranoico-crítico, donde argumentaba que era posible crear imágenes que no existen en la realidad, sino que la presentaban transformada y enriquecida con elementos simbólicos y deformaciones, que encontraba similares a las del trabajo del sueño.

Lote 35364455. «Danza del tiempo II», 1979.

De lo que no hay duda, es del influjo que las teorías freudianas ejercieron sobre Dalí, pudiendo encontrar en toda su obra la huella de algunas de las teorías más importantes del psiquiatra vienés. Prueba de ello, es el motivo del reloj derretido que, en tantas ocasiones, protagonizó la obra de Dalí, convirtiéndose en uno de los objetos surrealistas más representativo y elogiados de su trayectoria. Como gran lector de Freud, Dalí secundaba el concepto freudiano acerca de la “elasticidad del tiempo psíquico” (el de la memoria y el de los sueños) otorgándole una forma visual única. Cabe destacar también que las obras de Dalí, protagonizadas por relojes derretidos, encierran una crítica subyacente a la rigidez del tiempo en la sociedad moderna, donde las personas suelen estar dominadas por el reloj y el concepto de tiempo lineal.

Pese a la incomprensión, desencuentros y lucha de egos, que Freud y los surrealistas mantuvieron en ocasiones, la admiración que sintieron por él prevaleció por encima de todo, gracias al sueño que compartieron de liberar a los seres humanos de la esclavitud impuesta por los dictados de la razón.

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