El arte del tapiz; tejiendo la historia.

Considerada una de las artes decorativas más antiguas, su relativa fragilidad y la dificultad de creación, han convertido este arte en símbolo de calidad y riqueza. Considerados objetos de lujo, los tapices, conservan a día de hoy una gran presencia en el mercado del arte, siendo altamente valorados y anhelados por los coleccionistas.

Pensar en el tapiz es realizar un viaje por la historia del arte, la tradición y la artesanía. Su carácter funcional, pensado para proteger del frio y de la humedad de los grandes muros de castillos y fortalezas, nunca ha estado reñido con un cuidadoso gusto estético, característica que ha elevado a los tapices a la categoría de arte, despertando así la curiosidad de grandes artistas que inmortalizaron sus obras sobre el tejido.

El 14 de septiembre, Setdart, cuenta con dos obras maestras del arte del tapiz ambos de Aubusson, municipio francés que posee una gran tradición tapicera iniciada en el siglo XVI. A lo largo de los siglos, esta zona se ha convertido por su calidad en uno de los centros referentes de la creación de tapices. Siendo el único lugar del mundo en el que todos los oficios relacionados con la manufactura del tapiz confluyen en un mismo espacio, desde la obtención de la materia prima, hasta la venta. Además, Aubusson cuenta con un Museo dedicado al tapiz y en 2009 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Francia, país referente en la creación de tapices, contó con numerosas manufacturas divididas por todo el territorio. Una de las fábricas más apreciadas fue Gobelinos, situada en París y vinculada con la realeza. Su producción alcanzó la fama por el uso del rojo escarlata. Fundada en el siglo XV, el taller de Gobelinos consiguió un gran dominio del color, aportando matices en los tintes de la seda y la lana, que acercaba estos materiales a las cualidades de la pintura. Superviviente a todos los acontecimientos de la agitada historia de Francia, la manufactura sigue actualmente viva.

Los talleres franceses, como las manufacturas ya mencionadas o como Beauvais y Arras, competían con la arraigada tradición artesanal de los Países bajos. En el siglo XVI,  Bruselas y Amberes se convirtieron en las dos ciudades más importantes en cuanto a la realización de tapices. Además, Amberes llegó a ser el mayor centro de comercialización de tapices, distribuyéndolos por toda Europa. El estilo de esta zona consiguió extenderse rápidamente gracias a las relaciones, políticas y económicas, con la Corona Española y las dimensiones de dicho reino. Esta escuela destacó por el uso de tapices de alto lizo, que permitían crear obras de grandes dimensiones y que se caracterizaban por la presentación de la escena dentro de un gran marco simulado en el propio tapiz, adornado a modo de orla con frutas, flores y elementos inspirados en la antigüedad clásica. En el siglo XVII decayó la popularidad y en el siglo XVIII cesó la fabricación de tapices en esta zona.

Tapiz, Amberes, 1650-1675. Taller de MICHEL WAUTERS, probablemente según diseño de ABRAHAM VAN DIEPENBEECK (Bolduque, 1596 - Amberes, 1675). "Belisario como defensor de Roma". Medidas: 350 x 435 cm. Adjudicado en Setdart.
Tapiz de Amberes; Bélgica, siglo XVI. “El cautiverio de Nínive”. Lana y seda. Se encuentra en perfecto estado de conservación. Medidas: 360 x 515 cm.

El oficio de tapicero, altamente valorado en la antigüedad, ha sabido sobrevivir al tiempo y mantenerse a lo largo de los siglos sin perder su esencia. Esta disciplina ha conservado el saber hacer y la estructura gremial, diferenciándose por escuelas y regiones diversas, que aportaron novedades técnicas y estilísticas al arte del tapiz. Los cartones de Rubens, para la serie “El triunfo de la Eucaristía”, destinados al Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, “Los hechos de los Apóstoles”, pintados por Rafael y por supuesto los cartones de Goya, han convertido al arte del tapiz en una disciplina atractiva para los genios del arte, quienes trabajaron colaborativamente con los maestros tapiceros. De hecho, se cuenta que, en los inicios del maestro, Goya en la Real Fábrica de Tapices, antes conocida como Fábrica de Santa Bárbara, se enemistó con los tapiceros, ya que sus cartones preparatorios presentaban una pincelada muy fluida donde los tonos no quedaban claramente delimitados, de tal modo que los tapiceros no podían seguir el dibujo con total fidelidad, debido a la tridimensionalidad del hilo.

La historia del tapiz es longeva y, paralelamente a la de la pintura, ha sabido rejuvenecerse y adaptarse a la modernidad gracias al trabajo de los tapiceros y a las incursiones de artistas como Braque, Joan Miró, con su afamado “Tapís de Tarragona” creado en el año 1969 o Robert Indiana (Lote: 35222965). Actualmente los artesanos siguen manteniendo la tradición viva y haciéndola accesible al público, gracias a talleres como la Real Fábrica de Tapices, ubicada en Madrid o la Casa Aymat de Barcelona.

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