Urnas romanas. Arte para honrar a los antepasados

Es habitual que la percepción del hombre contemporáneo desvirtúe las realidades del pasado y en la Antigua Roma este hecho pasa con gran frecuencia. Una de las ideas que ha llegado a nosotros es que los monumentos del mayor imperio de la antigüedad quedaban dentro de los muros de la ciudad, y esto es en gran parte cierto: los templos, basílicas, bibliotecas, jardines y termas se encontraban en el área urbana. No obstante, fuera de las murallas existía una ciudad más, la dedicada a los difuntos.

Existía una clara intención de demostrar en estos monumentos no sólo el cariño o vinculo hacia aquellas personas que se habían marchado, también era un lugar donde se mostraban los títulos o cargos, la posición social, así quedaba patente si el difunto fue, por ejemplo, un patricio, un équite, cuestor o panadero. Las inscripciones que acompañaban las estelas, urnas y mausoleos evidencían gran cantidad de datos sobre sus propietarios y las vidas que tuvieron. Son, por tanto, de una relevancia fundamental para el estudio de esta civilización.

Urna cineraria. Antigua Roma, siglo I d.C.

¿Cómo se enterraban los romanos?
Esta es una pregunta muy amplia. Los romanos fueron un pueblo que incorporó tradiciones de las diferentes culturas de todo el imperio. Por ejemplo, la más cercana, la de los etruscos y sus sarcófagos con la forma del cuerpo humano. La influencia del mundo griego aporto el rito de la incineración, uno de los más extendidos. Tras producirse la cremación, los romanos depositaban los restos en una urna como la que mostramos a continuación (lote 35246361). También solían depositarlas en piezas de otros formatos cerámicos como hydrias o vasijas reutilizadas. Las urnas también tenían una función de osarios, es decir, que servían para acoger los restos óseos después de haber pasado un tiempo considerable. Estas dos eran las prácticas más comunes dentro de la cultura romana, no obstante encontramos ejemplos tan dispares como la continuación de la momificación en Egipto o las fosas comunes para las clases menos favorecidas.

Los materiales podían variar en función del presupuesto del comitente, pero sí que se observa una intención por la perdurabilidad de estos objetos. Sarcófagos de piedra, urnas y osarios de mármol son los que más comúnmente han llegado a nosotros. No obstante, es lógico que muchas de estas piezas fueran de cerámica igualmente elaborada y también con un esmero y relevancia artística como pudiera ser el ejemplo etrusco (Lote 35246354).

Los ritos funerarios romanos eran parte de una de sus señas de identidad y rasgos definitorios de valores y tradiciones más ancestrales (incluyendo a las de los pueblos conquistados). La expresión artística sobre las urnas en este caso, ya sea por los relieves, escenas, ornamentos o inscripciones, nos indican la importancia de los mismos dentro de su cultura y es la prueba viva de que hayan llegado a nosotros, la intención de perdurar al paso del tiempo.

Urna cineraria etrusca, siglo IV-III a.C.

Referencias externas a urnas romanas

Museo del Prado

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