El terreno intimista particular de Ismael de la Serna

En este bodegón, Ismael González de la Serna dialoga con la herencia cubista, pero trae aquella estética vanguardista a un terreno intimista particular, al que nos acostumbró a lo largo de sus indagaciones pictóricas.

Instrumentos musicales y una partitura comparten escenario con uvas y otras frutas, evocando quizás la convivencia armónica entre lo apolíneo de la música y la danza dionisíaca simbolizada por los racimos y las copas. A Ismael de la Serna le interesó siempre mantener la descomposición formal y cromática dentro de unos límites figurativos claros, evitando la multiplicidad espacial, optando por la sencillez compositiva.

En este sentido, a menudo se mantiene más próximo a Cézanne que a Braque y Picasso en su periodo cubista, buscando extraer la solidez interna del mundo material. Este bodegón de 1938 no ofrece un ejemplo paradigmático de ello. La composición es de carácter clásico, al situar la mesa en primer plano y los elementos dispuestos en distintos niveles de profundidad. Sin embargo, con la angulosidad de las formas y el fondo cerrado que acerca los objetos al espectador a pesar de los distintos planos, logra una estética osada.

Lote: 35182925. DESCRIPCION
IS­MAEL GON­ZÁ­LEZ DE LA SERNA (Gua­dix, Gra­na­da, 1898 – París, 1968).
Sin tí­tu­lo, 1938.
Lote: 35182925. DESCRIPCION IS­MAEL GON­ZÁ­LEZ DE LA SERNA (Gua­dix, Gra­na­da, 1898 – París, 1968). Sin tí­tu­lo, 1938.

Ismael González de la Serna (Guadix, Granada, 1898 – París, 1968) inicia sus estudios de arte en Granada y los concluye en Madrid, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En sus primeros años desarrolla un estilo pictórico ecléctico, que se nutre de fuentes impresionistas, simbolistas y modernistas. Uno de los primeros ejemplos de su lenguaje de juventud lo encontramos en las ilustraciones que realizó para su amigo de la infancia Federico García Lorca, en el que sería su primer libro, “Impresiones y paisajes” (1918). En 1921 se traslada a París a fin de ampliar sus horizontes artísticos, integrándose en los círculos de la Escuela de París. Entre sus amistades parisinas destacó especialmente Pablo Picasso, quien influyó en su obra pero fue, ante todo, protector del pintor granadino. El estilo de De la Serna será, en este periodo, permeable a las influencias de la vanguardia, fundamentalmente del cubismo y del expresionismo, que trabajó de manera personal. El año de 1927 supone el inicio de un período de fuerte proyección, que arranca en la exposición individual que celebra en la galería parisina de Paul Guillaume. A esta muestra seguirán otras muchas, tanto en París como en Berlín, Bruselas, Copenhague, Granada y México. En 1928 recibió del director de “Cahiers d’Art”, Christian Zervos, el encargo de ilustrar una edición especial de veinte sonetos de Góngora. La clave de su reconocimiento la encontramos en su sensual lectura de las formas del cubismo, basada en la relevancia de un dibujo de línea sinuosa y muy decorativa, conjugada con fuertes contrastes cromáticos

 

 

Con un marcado sentido espacial y sin abandonar nunca la figuración, De la Serna representará principalmente bodegones, donde acentúa la vertiente sensitiva de su pintura con metafóricas referencias sensoriales, como música, frutas o ventanales abiertos. Trabajó, asimismo, el paisaje y el retrato. Tras inaugurar con una exposición individual las actividades de la Asociación de Artistas Ibéricos en Madrid en 1932, el pintor emprende nuevas vías de experimentación plástica que desembocará, tras la Segunda Guerra Mundial, en una pintura más esquemática y simplificada, próxima a las soluciones abstractas contemporáneas. Ismael de la Serna está representado en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Reina Sofía de Madrid, los de Bellas Artes de Granada y Sevilla, el ARTIUM de Vitoria, el Popular de Arte Contemporáneo de Vilafamés y el de Arte Moderno de París, entre muchos otros.