Celso Lagar : el pintor del circo

El sentido tragicómico con el que Celso Lagar representó el mundo circense nos desvela una de las vertientes más aplaudidas de su trayectoria

La relevancia que adquirió el mundo circense entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX quedó reflejada en el arte a través de un extenso elenco de artistas que, atraídos por el espíritu bohemio y excéntrico del circo, quisieron capturar la esencia de este maravilloso y catártico espectáculo visual. Por aquel entonces y muy especialmente en París, el circo se había convertido en uno de los grandes epicentros de la vida social, llegando a ser, sin duda, una fuente inagotable de inspiración y experimentación en el desarrollo de las vanguardias artísticas.

En el Paris finisecular, artistas como Tolousse-Lautrec, Chagall, Picasso o Leger, descubrieron las posibilidades que este gran espectáculo les ofrecía, abriéndoles las puertas a un mundo de ensueño, donde la fantasía, la magia y el anhelo de recuperar el paraíso perdido de su niñez, significaron el refugio y la esperanza frente a las desdichas cotidianas. De este modo, el circo, que desde su irreverencia y optimismo despertaba las emociones más primarias y genuinas, se descubrió como el escenario perfecto en el que dar rienda suelta al nuevo espíritu de modernidad y libertad que abanderaban las vanguardias artísticas. Este espacio libre de convenciones sociales fue, también, el espacio donde los colores vibrantes, el movimiento trepidante y la libertad compositiva, encontraron un lugar en el que cobrar vida.

CELSO LAGAR ARROYO (Ciudad Rodrigo, León, 1891 – Sevilla, 1966). “Escena circense”, ca. 1917.

Sin embargo, en contraposición a esta imagen idealizada del mundo circense, fueron muchos los artistas que reflejaron la cara más cruda y sórdida que se escondía tras de sí. El circo se transformó en una metáfora de la condición humana donde tragedia y comedia se convirtieron en las dos caras de una misma moneda. A partir de entonces, el sentimiento de melancolía y nostalgia se identificó con la condición marginal de aquellos fascinantes personajes que, tras apagarse las luces del escenario, vivían una realidad muy alejada del esplendor del espectáculo. Desde este punto de vista, las representaciones de Picasso son, probablemente, el ejemplo más clarividente del significado trágico que envolvió a las estrellas circenses, cuya vida pintoresca, marginal y transgresora se identificó con la del propio artista. En este sentido, la figura del payaso encarna, como ninguna otra, el sentimiento de incomprensión y soledad del artista. Pero más allá de Picasso, fueron muchos los artistas españoles que como Benjamín Palencia, Antoni Clavé, Maruja Mayo o Celso Lagar hicieron de la temática circense uno de los centros de su producción.

CELSO LAGAR “Escena de circo”, ca. 1940.

En este sentido, Celso Lagar encarna la figura del artista maldito que acompañó a muchos de los grandes artistas de la primera mitad del siglo pasado y que aún hoy en día forma parte de la imagen que hemos construido entorno al mito del genio. Sumergido en la vida bohemia  de la ciudad de París, donde pasaría la mayor parte de su vida, Lagar encontró el caldo de cultivo del que nacería su carácter plástico.  De hecho, el carácter trágico que dominó su existencia encuentra en la temática circense el escenario idóneo mediante el cual construir una metáfora de la condición humana.

“Porto du Cirque Medrano”.

La importancia que adquirió esta temática dentro del imaginario del artista le llevó a ser conocido como el pintor del circo gracias a obras que, como la de hoy presentamos, constituyen una de las etapas creativas más célebres y aplaudidas de Lagar.  En ella emerge un halo de melancolía y tristeza  que nos recuerda claramente al Picasso más clasicista tanto en su temática como en su concepción plástica. Los rostros serios y la languidez de sus protagonistas, junto al predominio de los tonos fríos, nos brindan una imagen donde el profundo sentimiento de soledad y desarraigo que le acompañó desde que abandonara su Andalucía natal, se convierte en símbolo de la sociedad de entreguerras.

En definitiva, el espectáculo del circo se transformó de la mano de Celso Lagar en el reflejo del espectáculo de la vida.

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