Victor Vasarely: el mago de las ilusiones ópticas

En el fecundo panorama artístico del siglo XX eclosionan una serie de corrientes estéticas surgidas casi como una evolución natural de los movimientos de principios del siglo XX. En una época dominada por la fungibilidad y el impacto de las nuevas tecnologías, las investigaciones iniciadas por la Bauhaus, el futurismo, el constructivismo o el suprematismo representan el antecedente histórico inmediato del denominado arte óptico que vivió durante la década de los 60 y 70 su etapa de máximo esplendor de la mano de artistas como Víctor Vasarely.

El artista austrohúngaro protagoniza nuestra próxima subasta de arte contemporáneo con un monumental lienzo absolutamente distintivo del lenguaje plástico radical y visionario que caracterizó al que fuera uno de los grandes renovadores del arte del pasado siglo. Sus experimentaciones entorno a las estructuras geométricas espacialmente ambiguas y ópticamente dinámicas, serán acuñadas por primera vez en 1964 por la revista Time bajo el termino Op Art. Esta tendencia a pesar de cultivarse tanto en Europa como en América, nace fundamentalmente como una reacción ante el informalismo, proponiendo un arte  de carácter analítico y científico que, apoyado en la geometría y el color, produce una serie de efectos ópticos que juegan con la percepción visual  del espectador.

Vasarely, reconocido como el padre del arte óptico, descubre su interés por los efectos ópticos a muy temprana edad cuando de niño vendaron su mano y quedó fascinado por la ilusión de movimiento que percibió en el entramado de las capas superpuestas del  vendaje. Entrados ya en los años 30 inicia las investigaciones que desembocaran en un lenguaje estético configurado desde la abstracción geométrica y la ilusión de tridimensionalidad y movimiento en el espacio plano, siempre dentro de un sistema rigurosamente estructurado en el que se combinan y permutan todas las formas posibles. Sin embargo y a pesar de respaldarse en un lenguaje abstracto, los armazones geométricos que componen sus lienzos guardan una correlación con las estructuras internas existentes en el mundo que nos rodea. Para Vasarely la interacción de colores y formas compone una unidad indivisible, pareja a la red infinita de moléculas y células que construyen el universo.  Como sucede en “Multicheyt”, fechada en 1973, los ritmos hipnóticos, gradaciones cromáticas   y tramas geométricas conforman una unidad que se expande y contrae sobre la superficie, retorciéndose en el espacio y en el tiempo para engullirnos en un universo de paradojas ópticas compuesta por octógonos irregulares y rombos, mediante los cuales  logra simular una subyugante tridimensionalidad dinámica.

Sin embargo, lejos de ser un mero acertijo visual, sus trampantojos geométricos encierran una fuerte carga intelectual y social cuyos principios y reflexiones encuentran su raíz en las teorías desarrolladas por la Bauhaus y la Gestalten, en relación a  las cualidades perceptivas del color y la influencia que estos ejercen en nuestra percepción. De este modo, Vasarely suma a las posibilidades ilusorias de la perspectiva lineal, la audaz propuesta iniciada por los impresionistas en la que se sostiene que es en el ojo, y no en la paleta, donde se mezclan los colores. El Op Art tal y como lo concibe Vasarely, es un fenómeno que culmina en el momento que el espectador se sitúa frente al cuadro y en su acto perceptivo es capaz de modificar la obra. Ante ella sentimos la necesidad de acercarnos, desplazarnos y distanciarnos para descubrir que a cada paso que damos la obra se transforma y se mueve hasta cobrar vida.  Es   solo entonces cuando la pintura alcanza su plenitud y el artista puede considerarla finalizada.

Esta necesidad de interacción con el espectador nos conduce hacia la utopía visual que Vasarely pretendía alcanzar con su ambicioso proyecto artístico. En la línea de los postulados preconizados por el suprematismo soviético liderado por Malevich, Vasarely quiso acabar con las fronteras entre arte y vida, otorgándole un componente social que refleja de forma clarividente en su «Manifiesto amarillo» afirmando que «…no podemos dejar indefinidamente el disfrute de la obra de arte sólo a la élite de conocedores.; el arte del mañana será un tesoro común o no será». Su arte concebido para ser accesible a todo el mundo es, por lo tanto, un arte científico a la vez que pedagógico y social.

En este sentido, Vasarely fue al Op lo que había sido Warhol al Pop. Sin embargo, el fulgurante impacto que el primero consiguió, ni siquiera Warhol lo pudo alcanzar. Los diseños de Vasarely pasaron a formar parte de camisetas, bolsos y multitud de reproducciones que inundaron nuestro entorno cotidiano, llevando el arte visual a terrenos más mundanos. Porque como él mismo señaló, las obras de arte no pertenecen solo a los museos y galerías, sino que son necesarias en todos los estratos de la vida

Referencias externas a urnas romanas

Museo del Prado

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