Giulio Rosati, jugadores de backgammon

Giulio Rosati fue un importante acuarelista de temática orientalista. Fascinado por las costumbres magrebíes, las plasmó en magníficas escenas de interior y de mercado (vendedores de alfombras, bailarinas de harén…)

La que hoy nos ocupa es una escena caracterizada por su ambiente intimista, que se sustrae de estridencias exóticas, apostando en cambio por sumergirnos con unos pocos elementos en aquel tiempo y aquel espacio que tanto maravillara al pintor. Dos hombres marroquíes están concentrados en el juego, puestos sus ojos sobre el tablero de backgammon, dispuesto éste sobre una alfombra anudada en lana. Ésta, junto al tapiz igualmente colorista que decora la pared y el ajedrezado del suelo, son los únicos elementos que describen la estancia, pues Giulio Romano ha querido en esta ocasión que centremos nuestra atención en los personajes. Vestidos con atuendo tradicional, esto es, con holgadas chilabas, calzando babuchas y tocados con turbante, la blancura tornasolada de las prendas contrasta con los rostros atezados. Los rasgos angulosos se enmarcan con tupidas barbas, y las manos de nudosos dedos revelan su edad avanzada. Papeles de periódico se esparcen en torno suyo.

Lote: 35216343. GIULIO ROSATI (Roma, 1858 - Roma, 1917) "Una partida de backgammon", 1906
Retrato de Giulio Rosati

Giulio Rosati (Roma, 1858-1917) fue un pintor de formación académica. Estudió dibujo y pintura en Roma, en la Accademia di S. Luca desde 1875, y tuvo como maestros a los académicos Dario Querci y Francesco Podesti, y al pintor español Luis Álvarez Catalá. El orientalismo, en tanto elección de temas y gusto pictórico, pronto se convirtió en su tema favorito, en particular lugares y personalidades del Magreb, de los que pintó unos personajes muy coloridos, envueltos en historias de aventuras. Nunca viajó a los lugares que pintó, y su documentación, por lo tanto, no procedía de la experiencia directa, sino de las fotografías u objetos que se podían encontrar en esos años en Roma, donde residió. Rosati pintó al óleo, pero con mucha más frecuencia y eficacia pintó a la acuarela, técnica que llegó a dominar. Fue uno de los pintores orientalistas más prolíficos del período en el cambio del siglo XIX-XX.