Albert Ràfols-Casamada (Barcelona, 1923-2009) es una de las figuras centrales del arte español del siglo XX. Sutil y elegante como pocos, con él, la abstracción lírica española encuentra a uno de sus grandes referentes: un artista polifacético y único que hizo del arte el eje estructural de su vida.

A lo largo de su dilatada carrera, su estilo fue experimentando una paulatina y sólida evolución fruto de una profunda reflexión y asimilación de las diversas corrientes que se dieron cita en el panorama artístico del fecundo y revolucionario siglo XX. Muestra de ello es la importante colección de su obra sobre papel y que por primera vez sale a la venta  de la mano de Setdart subastas a partir del próximo día 18 de febrero. Este conjunto de obras en las que Ràfols hace gala de su capacidad para potenciar las cualidades plásticas de las múltiples técnicas y materiales que cultivó, pone en valor la trascendencia que adquirió el papel como soporte en el desarrollo y evolución de su estilo, siendo a menudo, preludio de su producción sobre lienzo. A través de ellas, podremos trazar un recorrido por las etapas más representativas de su trayectoria, además de acercarnos al Ràfols más puro e íntimo, manifestándonos una de las constantes más definitorias de su carrera: el diálogo equilibrado entre pasión y reflexión, entre la emoción del artista y la coherencia del intelectual.

Sus inicios ligados a la tradición figurativa y a la influencia del Noucentisme de Torres- García o Joaquín Sunyer abarcan un corto periodo de tiempo en su basta producción ya que pronto se dejaría seducir por las nuevas corrientes que irrumpieron en Francia y Estados Unidos. La influencia del informalismo francés y del expresionismo norteamericano, cuyos principios nos remiten a la exaltación del arte puro, actuaron como catalizador del camino que emprendió a finales de la década de los 50 hacia una concepción más esquemática y estructurada de la realidad de sesgo claramente abstraccionista. Sin embargo, y como el propio Ràfols afirmó, el suyo, «es un estilo personal que nace de los demás», transformándolo, mediante una profunda reflexión ecléctica y sólidamente fundamentada, en algo singular y único. Y es que en las obras de Ràfols Casamada nada es superfluo o fruto del capricho. Cada trazo, pincelada y elemento que conforma la obra está metódicamente planificado para dotar a sus composiciones de ese ritmo reposado y estable, de atmósferas casi hipnóticas, tan característico del artista. De hecho, su evolución plástica es un espejo en el que se refleja su personalidad: reflexiva, pausada, sin estridencias ni bruscos sobresaltos, todo en ella fluye de manera equilibrada y armónica bajo una visión poética de la realidad en la que las formas y colores se despliegan en el soporte como una idea expandiéndose en la mente

A partir de los años 60 y definitivamente abocado al mundo de la abstracción inicia un periodo de experimentación y transformación en el que la descomposición ortogonal de las formas y la reverberante luminosidad de las atmósferas empiezan a ser los protagonistas de sus estructuradas y geométricas composiciones. Asimismo, será en esta época, cuando inicia sus primeros ensayos con la técnica del collage, la cual seguirá cultivando hasta el fin de su vida.

A mediados de los años 70 y a pesar de mantener el rigor estructural de los años anteriores en la composición geométrica y en elementos como la ventana matissiana, su obra se torna, fruto de la desmaterialización, más etérea, atmosférica y de colores más tenues. Si en años anteriores veíamos una noción muy acusada de la forma y la geometría, a partir de este momento, Ràfols-Casamada introducirá un registro no finito en el que incorpora nuevos valores como las veladuras, el vacío o la fragmentación, avanzándonos ese arte tremendamente lírico y evanescente que veremos en su obra de plena madurez.

ESPECIAL RÀFOLS CASAMADA

Conseguido el equilibrio entre estructura y disolución de las formas, sus obras adquieren en la década de los 80, un fuerte componente simbólico que lo acercan cada vez más a la poesía plástica, llenas de sensaciones y emociones, posibles de observar en signos que aluden veladamente a objetos cotidianos. Con muy pocos elementos expresivos y con una arrolladora sensibilidad cromática, parecen transformarse en una ventana hacia la esencia de las cosas. La forma etérea y envolvente en la que Ràfols-Casamada retrata su universo simbólico y onírico, arroja al espectador a esa particular imagen de la realidad para, finalmente, completarla de significado con su percepción personal.

Lote: 35216294. "Cuatro composiciones", 1975.
Lote: 35129812. Próximamente en subasta. Pastel, ceras y carboncillo sobre papel Guarro plegado

En las década posterior y hasta llegar al fin de su vida veremos una progresiva y cada vez mayor depuración formal economizando hasta el extremo, como su admirado Joan Miró, el proceso de elaboración hasta convertirlas en poesías visuales donde los signos y símbolos parecen flotar sobre fondos de vivos colores o blancos infinitos.

Lote: 35216276. "Finestra", 1978.
Lote: 35216274. "Gener 3"

Tras una vida entera innovando y aprendiendo, Rafols Casamada falleció en 2009 en la ciudad que le vio nacer y como uno de los grandes maestros de la pintura española contemporánea, dejando tras de sí una retahíla de premios y distinciones que no hacen más que reconocer su valiosa trayectoria, de aquellas que nacen de los artistas, que como él, desbordan sinceridad .

Lote: 35129844. "Yucatán 3", 1987.
Lote: 35216271. Composición, 2000.