Enric Casanovas: paradigma del Noucentisme

La monumental “Flora” de Enric Casanovas, en licitación el próximo día 13,  representa   el paradigma de la practica escultórica noucentista.

Tras el caos que trajo consigo la Primera Guerra Mundial, se extiende por todo el territorio europeo una necesidad de recuperar el orden y equilibrio perdido. Esta voluntad terminará siendo el desencadenante del retorno al mundo clásico que como modelo de civilización  marcará el camino a seguir. Esta vuelta a la que es reconocida como la cuna de nuestra cultura responde al imperuoso afán  por reivindicar y recuperar, desde la esfera política y cultural, la esencia y singularidad de una identidad propia.

Bajo esta premisa y contexto histórico, surge a principios de siglo un movimiento cultural e ideológico que unía por vez primera en Catalunya a un grupo de intelectuales y poderes públicos con el objetivo de elaborar una política cultural eficaz y exigente que  devolviera su esplendor al país. Bajo esta alianza que recibiría el nombre de Noucentisme, se impulsó e ideó un programa modernizador y catalanista que se materializó a través de la literatura y las artes, pero también en el desarrollo científico y económico del territorio. El movimiento capitaneado por Eugeni d’Ors como principal ideólogo, sentó sus bases ideológicas, pero también estéticas mediante una serie de artículos diarios por el propio d’Ors en “La veu de Catalunya”, fundamentando su ideario en una ferviente defensa de los valores clásicos de orden, razón precisión, claridad y medida, y por tanto, en una clara recuperación de la cultura de la antigüedad clásica. En consecuencia, reaccionaron frente a corrientes anteriores que, como el Romanticismo y el Modernismo, tenían como referente el mundo medieval. La exaltación del sentimiento y el instinto que estos abanderaron fue sustituido por la razón y el intelecto como pilares  fundamentales en el desarrollo cultural del país.

En el ámbito artístico y de forma más concreta en el escultórico, la ideología noucentista encontró un magnifico medio de difusión de la mano de artistas que, como Enric Casanovas, trasladaron  al  bronce, al  mármol o a la piedra  sus preceptos ideológicos y estéticos. En este sentido,  la obra de Enric Casanovas  constituye uno de los puntales fundamentales en ya renovación de la práctica escultórica catalana del pasado siglo, dando forma a una nueva  concepción que aspiraba a definir aquello propiamente mediterráneo.

En este aspecto, “Flora” se erige como un espledoroso ejemplar de los postulados noucentistas tomando  como referente el ideal de la Grecia Clásica, cuya belleza serena  nos remite a una realidad mítica. Asimismo, flora se transfigura como diosa de la primavera en un alegoria de la tierra fértil, que imbocando el esplendor de las civilicaciones antigues, se convierte, a su vez, en un canto al renacer de su pais

Bajo esta visión,  el arrista barcelones  dio vida a un tipo escultórico sólido y rotundo en sus volúmenes que, en su expresividad sintética y austera, encerraba una notable carga simbólica, especialmente latente en figuras femeninas, que como la que aquí os presentamos, simbolizan el paradigma del estilo que Casanovas  desarrolló. El espíritu clásico latente en cada una de sus obras dio luz a un concepto propio de escultura mediterránea, en el que las formas del cuerpo humano , conquistaron  un espacio atemporal, eterno y clásico que hacen de Casanovas una de las figuras más destacadas de la práctica escultórica nacional del pasado siglo.

Adjudicado por 14.000€