Edgar Plans: el triunfo del artista con alma de niño

El próximo día 24 de mayo el artista gijonés, que ha logrado conquistar el panorama artístico actual, llega por primera vez a nuestra subasta

Picasso afirmó que  aprender a pintar como los artistas  del renacimiento le llevó tan   solo unos años  mientras que  pintar como los niños le costó  toda una vida.  El trasfondo de esta mítica frase del pintor malagueño bien podria aplicarse a la singular visión que Edgar Plans imprime en su universo plástico: revelándose frente a la aniquilación del espíritu de la infancia, el artista gijonés ha decidido, como dijo Picasso, hacer lo más difícil: pintar con la misma libertad de un niño.

Cuando le preguntan por sus inicios, Edgar Plans cuenta que desde muy pequeño se recuerda a sí mismo pintado en cualquier trozo de papel, pared o suelo. Su primer contacto con la pintura académica en el taller de Carlos Roces, al que sus padres lo apuntaron para acompañar a su hermana, confirmó que aquello poco o nada tenía que ver con las inquietudes artísticas que bullían en su cabeza. Lo suyo no era pintar bodegones o figuras de yeso al carboncillo y mucho menos, que le dijeran lo que tenía que pintar. En este sentido, mucho tuvo que ver la herencia de su padre, el escritor y cineasta Juan José Plans, gracias al que pudo crecer rodeado de aquellas historias entrañables y personajes  disparatados  que componen esa  magia y fantasía  de las que la obra de Plans se alimenta desde siempre.

Desde entonces, Plans fue desarrollando un estilo muy personal a medio camino entre el grafiti, el pop, la ilustración infantil y el cómic, imprimiendo en ellos ese espíritu rebelde del que advierte la trampa que el tiempo nos impone obligándonos a crecer. Como si de un antídoto se tratara, Plans utiliza su propia creatividad  para hacer brotar de sus pinceles un mundo plagado de historias y personajes que bien podrían aproximarse a las ilustraciones infantiles, pero que lejos de cualquier infantilismo, y a pesar de su apariencia amable e inocente, amagan un trasfondo reivindicativo donde habita lo que de verdad le inquieta : la ecología , la violencia, y la rebelión ante las injusticias y  ante todas aquellas otras cuestiones que considera que atañen a quienes  habitamos el planeta y queremos que la vida, siga siendo ese lugar que imaginamos cuando éramos niños.

Edgar Plans en la imagen

En este aspecto, el lienzo que nos ocupa, cuyo título «industrial» ya nos anticipa su contenido crítico, evidencia el carácter plástico que define el corpus artístico de Plans. Bajo una estética que bebe del grafiti como filosofía experimental y de la herencia de pintores como Basquiat,  Dubuffet o Twombly , el artista construye aquí una escena urbana  dominada por el impacto de la industrialización , donde el dibujo expresado a través de las líneas frenéticas   y la expresividad de los contrastes tonales , otorgan a la composición un sentido rítmico que mucho tiene que ver con su profundo conocimiento del mundo del jazz. Bajo este estilo simple y directo, emerge el sustrato crítico y comprometido que siempre le acompaña, aludiendo en esta ocasión a la destrucción de aquello que nos rodea a causa de una industrialización descontrolada de la humanidad que no calibra las consecuencias nefastas que afectarán a nuestro futuro. Como los icónicos héroes que habitan su universo plástico, la obra de Plans no lucha para salvar al mundo de los villanos, sino que nos lanza un mensaje directo para que cuidemos de él y de nosotros mismos

A pesar de los años, y el bagaje que estos le han proporcionado, en su obra sigue asomando ese adolescente sorprendido y entusiasmado que tras vender su primer cuadro, vio como su sueño de dedicarse y poder vivir de la pintura estaba cada vez más cerca de ser una realidad. Transcurridas más de dos décadas, y tras ser nombrado el segundo artista emergente más demandado del mundo en 2019, Plans ha logrado consolidarse como una de las figuras de más prestigio y proyección internacional. A veces los sueños también se cumplen.

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