La pintura desgarradora de Victor Mira

Considerado por la crítica internacional como uno de los grandes creadores del arte español de las últimas décadas del siglo XX, Víctor Mira  reflejó en sus distintas facetas artísticas  el tormento existencial que  le  acompañó a lo largo de su vida. Calificado de  transgresor, excéntrico, visionario, raro, místico e iluminado Mira fue ante todo un artista  que ahondo a través de su arte en  las profundidades del ser humano. Su obra tan  desgarradora como poética, adquiere una violenta espiritualidad cuyo sentir se refleja en esta  reveladora afirmación:  «como hombre se desea la felicidad, como artista no me interesa y a mí me domina el artista”. Renegando de una felicidad que consideraba pueril y estéril, Víctor Mira transformó el dolor en una filosofía de vida que seria sin duda alguna, su  sempiterna  fuente de inspiración. Y es este aspecto precisamente, el que nos emociona  en su obra: la  brutal y sincera contemplación de un alma, la del artista, en la que  la soledad, el calvario interior y la muerte, se nos descubren  como las únicas e inapelables certezas de la vida.

Nacido en Zaragoza, Mira desarrolló su trayectoria a caballo entre España y Alemania en una suerte de exilio buscado, que dio luz  a uno de los repertorios iconográficos y expresivos  más íntimos y honestos de cuantos conforman la plástica española  contemporánea. En su universo creativo, Mira acude   constantemente a los referentes culturales que adsorbió con voraz curiosidad   tanto de  la literatura, el cine y la música, como de la religión  y la filosofía, conformando de este modo, un particular compendio de inquietudes, reflexiones y obsesiones que se manifiestan ostensiblemente en sus obras pictóricas.

Lote: 35251115. VICTOR MIRA (Zaragoza, 1949 – Munich, 2003). “Momento de una familia”, 1981.
Lote: 35251116. VICTOR MIRA (Zaragoza, 1949 – Munich, 2003). “Dust”, 1992.

Sus inicios enraizados al surrealismo pronto dan paso a las formas expresionistas que  empiezan a hacer acto de presencia a mediados de los años 70, cuando ya podemos observar la influencia  del español José Gutiérrez-Solana, especialmente en lo sórdido de los temas representados. Este es el caso de la monumental «Momento de una familia »  donde la consciencia del carácter  finito del tiempo  que recorre toda su obra nos arroja a un abismo tan fecundo para Mira, como destructivo, que nos recuerda lo ineludible de la muerte. Como una macabra paradoja, el particular demonio que para Victor Mira  fue la muerte se convierte en su propio envés, en el motor mismo de la vida donde encuentra la inspiración, el amor y la poesía.

Hacia 1979 comienza su etapa neoexpresionista, que se prolongará hasta mediados de los años noventa. Durante este período producirá  , trabajando siempre en series, sus obras  más conocidas como Montserrat, Crucifixiones, Caminantes, Bachcantatas, y, por supuesto, Estilitas. Bajo el sustrato de un feroz expresionismo  materico, Mira establece un   intenso diálogo con la propia historia del arte que emerge de un arraigo latente con la tradición barroca española, especialmente en su vertiente más trágica y tenebrista. En obras como Dust, emparentada con sus crucifixiones y estilitas lleva el sentimiento de aislamiento, angustia  y muerte a su máxima expresión, reduciendo la paleta cromática y las referencias objetuales  hasta eliminar cualquier  elemento superfluo que entorpezca su camino hacia la  transcendencia espiritual. En este sentido, Mira, representa en sí  mismo , la figura del caminante que como ya hiciera el romántico Caspar David Frierich en » Monje frente al Mar», se encuentra en un perpetuo  viaje mental y físico hacia la  comunión con el Cosmos.

Tras pinturas como esta, resulta igualmente  ineludible destacar la  profunda huella que grabó  en él, Francisco de Goya, y especialmente el estremecedor y  terrible patetismo de sus inconfundibles pinturas negras. En una clara referencia  a la celebre obra del pintor manchego, Mira  rinde homenaje «al Goya solitario que se crió como un perro en el desierto”, ese perro semihundido que lucha por mantener su cabeza a flote  con el que Goya, en una lúcida  representación universal de la condición humana, se anticipa mas de un siglo  al lenguaje   expresionista.

Por último, como apuntábamos anteriormente, los referentes cinematográficos cristalizan   en su devoción por Luis Buñuel quien con películas como «Simón del desierto » inspiró la creación de sus característicos  estilitas solitarios. Como Buñuel, Mira no duda a pesar de su condición atea, en hacer uso de los símbolos y de las historias  que configuran el repertorio religioso cristiano para expresar sus propias convicciones.

En sus obras Mira nos descubre a un pintor con alma de poeta, un hombre extremadamente sensible, que meditaba y lo cuestionaba todo, incluso  el propio sentido de su   existencia a la que, en el año 2003, decidió dar fin.  Como colofón al  devenir trágico que envolvió toda su vida y obra  Mira recibe, el mismo año de su muerte, el reconocimiento al mejor artista español vivo en feria  ARCO

En una época en la que las  grandes gestas y hazañas  heroicas del romanticismo parecen no tener cabida  ,Víctor Mira encarnó como nadie la figura del outsider, del artista maldito  que   como se desprende de  la imagen de sus personajes, vive apartado de todo y de todos, siguiendo únicamente los dictados de un espíritu profundamente  inquieto e inconformista  que llevó consigo hasta las ultimas consecuencias. Ese espíritu complejo con el que dio luz a una excelsa metáfora de la muerte, tan lírica y bella como sórdida y descarnada en el que es sin duda, uno de los corpus artísticos más apasionantes y sólidos del arte contemporáneo español.