Picasso, el retrato como un diario personal

Si hay un género en el que Picasso volcó su lado más íntimo, fue sin duda el retrato. Pues fueron siempre las personas más cercanas a él las que conformarían una galería de retratos que, vista por el retrovisor de su historia, nos revelan mucho de las vicisitudes o alegrías por las que en ese momento estaba transitando el pintor malagueño.

 

A diferencia de tantos otros artistas, Picasso nunca cedió a la retratística oficial. No dejó que el encargo de retratos contaminara la franqueza de su visión, pues este género era para él como un diario visual. Así, serían siempre amigos y amigas, amantes y esposas, los que posarían para el pintor, y a través de esos rasgos (en ocasiones, pasados por el tamiz de la desfiguración cubista; otras veces, caricaturizados con tierna ironía) nos delatarían el tipo de batalla íntima que entre ambos se estaba librando en la tumultuosa vida del artista.

 

La evolución de su obra, sus distintas etapas, quedaron plasmadas en retratos emblemáticos: véase los de Carlos Casagemas y el de Jaume Sabartés en su melancólica época azul, o las experimentaciones cubistas con el rostro de Jacqueline, los desdoblamientos expresionistas de Dora Maar (en los que se ha querido leer un presagio de demencia)… Rodeado siempre de poetas, músicos y literatos, figuras como Jean Cocteau, Erik Satie, Igor Stravinski, Guillaume Apollinaire… serían también radiografiados por la aguda mirada de Picasso.

Picasso durante sus años en Vallauirs, pintando cerámica. 1949,
Lote: 35028653. “Retrato de Huguette“, 21.2.1953.

La figura representada en el dibujo que Setdart licitó, es la joven Huguette, sobrina de Suzanne Douli, quien junto a Georges Ramié habían fundado en Vallauris el taller de Madoura. Desde que Picasso descubriera en 1946 la cerámica con su genial estilo en Vallauris, esta villa se convirtió en un auténtico lugar de culto para el malagueño. Aquí fue donde conoció el taller de Ramié y Suzanne, donde en los años cincuenta se entregó a una frenética producción que dio a luz a más de dos mil piezas cerámicas en un año.

 

Las largas temporadas que pasó en la ciudad francesa, en la que residió hasta 1955, le llevaron a establecer una estrecha relación con los herederos de tan importante saga de ceramistas: Jean Ramié, hijo del matrimonio Ramié-Douli, que se incorporó al equipo de Madoura en 1951, y Huguette, quien colaboraba regularmente en el esmaltado y acabado de las piezas. Los lazos entre Picasso y la generación más joven de los Madoura fueron estrechándose. De hecho, Jaqueline Roque, amiga íntima de Huguette, se convertiría en la última esposa del artista, en 1961.

 

 Testigo de las felices estancias de Picasso de Vallauris son los dibujos que realizó de los Ramié. En el que nos ocupa, resuelto con el trazo ágil y esbozado característico de Picasso, Huguette es retratada de cuerpo entero y de perfil, abombándose su vientre. Se encontraba embarazada de Domenique. En esta imagen cándida y franca de la amiga gestante, Picasso se entrega, sin presiones externas, tal cual siente.

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