Andalucía, cuna del Romanticismo

La pintura costumbrista andaluza toma protagonismo en Setdart en la subasta del 31 de agosto.

Siempre el hombre ha sentido fascinación por aquellas cosas exóticas y lejanas, especialmente por el mundo oriental. Culturas como la árabe, la india o la china siempre han sido un motivo de atracción tan grande, que los coleccionistas y viajeros han querido atesorar muestras de esas culturas para poder exhibirlas en sus propiedades ante una sociedad que las veía como verdaderas rarezas.

A lo largo del siglo XIX podríamos decir que se van marcando hitos en cuanto al aumento del interés por lo exótico de lo oriental. La invasión de Egipto por las tropas napoleónicas, por ejemplo, condujo a una auténtica egiptomanía en toda Europa.  Así mismo, la propia Europa tenia un pasado árabe en la península Ibérica. Andalucía por supuesto sería el lugar perfecto donde vivir el legado árabe a través de sus monumentos como la mezquita de Córdoba, casas mudéjares como Pilatos, o palacios y fortalezas como la Alhambra.

Los monumentos, como es lógico, parecen la parte más visible de la motivación del viajero europeo en Andalucía. Sin embargo, la experiencia del viaje era mucho más que eso, conocer la propia cultura a través de sus paisajes naturales, sus tradiciones y fiestas como las procesiones o las ferias, la gastronomía, etc.

El viajero del Romanticismo en 1840 se encontraba con una Andalucía digna de ser plasmada en poemas o en cuadros, la visión que tendrían no era la de las acostumbradas ruinas bucólicas que se verían por el Grand Tour italiano, nada que ver. Aquí, bandoleros, toreros, damas vestidas de gitana o cubiertas de mantillas tendrían igual impacto que las piedras de los edificios.  El souvenir que acostumbraban a llevarse para desgracia de nuestro patrimonio eran los restos de esos monumentos, como las columnas o los azulejos, en su mayoría antigüedades y cuadros que los recogieran a modo de postales. Pero ¿cómo poder mostrar con orgullo las tradiciones andaluzas de vuelta a la vieja Europa?, gracias a la pintura costumbrista. Reconocidos artistas románticos andaluces serian Andrés Cortés, Manuel Cabral Bejarano y Manuel Rodriguez de Guzmán. Ellos supieron como nadie en su tiempo reflejar las costumbres y cotidianidad de su tierra, a veces cayendo en el tópico, pero siempre con la esencia de la que debió de ser sin suda una Andalucía de ensueño.

Si nos detenemos en muchas de estas pinturas costumbristas, podremos aproximarnos a cómo vivían los andaluces de mediados del siglo XIX. Sus interiores muchas veces en estado ruinoso chocan con la alegría y vivacidad de la escena que esta teniendo lugar dentro. Los atuendos también nos indican la forma en que vestían: gorras, boinas y sombreros para protegerse del sol, fajines donde esconder navajas, zapatos muchas veces desvencijados o incluso descalzos, y en el caso de las mujeres aún más apasionante, joyas, peinados, abanicos o los volantes de los vestidos tienen tal efecto en los cuadros que parece que estos bailan.

Estas pinturas fueron creadas en muchos casos como recuerdo de la experiencia andaluza del viajero romántico que, cuando llegaron a sus nuevos hogares, se convertirían en asombro de los atónicos espectadores y con ello aumentaría la pasión y el interés por ello hasta nuestros días. Washington Irving, Manet, David Roberts o Robert Kenm son algunos ejemplos de aquellos foráneos que cayeron en el embrujo de Andalucía. No obstante, hay que recordar que el éxito de los artistas mencionados no se debe sólo a la clientela foránea, los propios españoles incluidos los burgueses y aristócratas andaluces fueron importantes mecenas de obras como estas, y es que los paisajes, monumentos, tipos y escenas eran su cultura, una forma perfecta de manifestar el orgullo por ella.

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