Roberto Fabelo en su faceta artística más íntima y personal

La pareja de acuarelas en licitación el próximo día 3 de mayo  nos muestra que ante todo el artista cubano es un virtuoso del dibujo

El impulso creativo de las artes plásticas en Cuba durante la década de los años cuarenta del pasado siglo, simbolizó el inicio de una proyección artística de las artes cubanas que ha logrado conquistar el competitivo mercado del arte internacional.  Dentro de este proceso de revalorización y expansión artística, el reconocimiento de Roberto Fabelo  ocupa un lugar fundamental, quien  incorporando y reinterpretando las tendencias más vanguardistas del momento desde una visión influenciada por sus raíces insulares, se ha convertido, tal y como demuestran sus excelentes resultados en subasta, en un valor seguro dentro del circuito artístico.

Artista polifacético donde los haya, en la trayectoria de Fabelo permanece constante su predilección por el dibujo, cuyo idilio se originó en su aldea natal, Guaiamaro, cuando esperando en el despacho de la bodega cogía un cartucho  y se ponía a dibujar en él. De este modo lo que empezó siendo una afición lúdica se fue convirtiendo como el propio artista lo llamó, en una grafomanía  donde cualquier soporte se transformaba en el  vehículo perfecto  para hacer fluir su imaginación a través de cada trazo. Lejos de ser un punto de partida, un apunte o un estudio preparatorio, el dibujo es para Fabelo una expresión artística en sí misma, que constituye dentro de su corpus teórico, una forma de creación fundamental cuya carga expresiva se inunda de una espiritualidad y poesía completamente personal e íntima. 

En este sentido, la pareja de acuarelas en licitaciones representa un magnífico ejemplo del universo insondable que con gran virtuosismo técnico construye el artista. Contemplando sus acuarelas nos adentramos en territorios de rica cadencia onírica y gran lirismo donde la figura femenina actúa como vínculo entre mundos dispares transcendiendo las fronteras del sueño y la vigilia, pero también las  de lo humano y animal.  A través de sus mujeres-pájaro, sirenas o caballitos de mar, Fabelo establece un juego lúdico, no exento de humor  donde lo humano presenta una relación indisoluble con el mundo animal donde realidad de y ficción se imbrican en un lenguaje que hibrida tanto elementos surrealistas como expresionistas.

Asimismo, la atracción que ejerce  el universo suprareal de Fabelo, habitado por criaturas fantásticas, pero también monstruosas, ejerce en nosotros un poder de atracción tan cautivador como desconcertante derivado del sentimiento de atracción que produce   lo grotesco.  En este sentido, en lo grotesco de Fabelo se adivina la influencia de dos grandes maestros como Velázquez y Goya, pero también de la tradición pictórica cubana que unidos al surrealismo y expresionismo más crudos  conforman un mundo paralelo, cuyos códigos escapan a nuestro raciocinio sembrando un sinfín de reacciones contradictorias que transitan entre la duda, el  misterio y la empatía.

Seres contrahechos, insectos humanoides y un extenso bestiario multiforme, coexisten en su imaginario grotesco y avérnico junto a sus  delicadas y bellas sirenas en lo que parece ser una gran metáfora utópica de la existencia humana, donde el artista nos pide a gritos la necesidad de construir una sociedad plural y armónica a escala universal como única solución a la decadencia de un ser humano, cada vez más desconectado de su verdadera esencia animal.

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