Retablo devocional del círculo Maestro de Perea en Setdart.

La obra del valenciano Maestro de Perea fue paradigmática de la transición del periodo hispano-flamenco hacia el Renacimiento. Activo entre 1490 y 1510, el nombre del maestro deriva de Pedro de Perea, trinchante del rey Católico, para quien su viuda Violante de Santa Pau mandó hacer a este artífice en 1491 un retablo con sus armas destinado a la capilla de la Epifanía del convento de Santo Domingo de Valencia (Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V)

Setdart puso en subastas un importante retablo dedicado a la Virgen de la Leche, que ha sido atribuido al Grupo del Maestro de Perea, tras ser estudiado por el doctor Fernando Benito, director del Museo de Valencia.

La presencia de un escudo de armas en este retablo devocional lleva a los expertos a deducir que debió ser inicialmente encargado para el oratorio privado de una familia.

Es una pieza representativa de la pintura valenciana del gótico tardío, de gran interés tanto por su elevada calidad como por su buen estado de conservación, sin faltar ninguna de sus tablas. Presenta una tipología común a los retablos tardo-góticos, tal como pueden contemplarse en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

Nos encontramos frente a un retablo dividido en tres calles que presenta un segundo cuerpo sobre la tabla central, además de la predela, todas ellas divididas entre sí por elementos arquitectónicos típicos de la época (tracería lobulada, pináculos) y con una forma calada realizada a base de tallos terminando en arquería. Iconográficamente, el retablo está dedicado a la Virgen de la Leche, representada en su tabla central, y formando en línea vertical una continuidad temática que muestra la aparición de Cristo a María, Cristo Varón de los Dolores en la predela y, en una mandorla del ático, el Padre Eterno sosteniendo a Cristo crucificado. En las calles laterales, podemos distinguir a los santos Jerónimo, Juan Bautista y Evangelista, y María Magdalena. En la predela, cristo está flanqueado por San Pedro, Santiago el Mayor, y Cosme y Damián. Este último cuenta tradicionalmente con gran devoción en Valencia. En las polseras, también completas, aparecen representadas la escena de la Anunciación, San Antonio Abad, San Cristóbal y San Onofre, con sus respectivos atributos.

Estilísticamente, se aprecian soluciones formales que sitúan la pieza en una fase de transición tardo-medieval hacia el Renacimiento. Así, los fondos dejan de ser dorados para introducir una incipiente perspectiva mediante las teselas de los suelos y el mobiliario. Asimismo, las figuras adquieren volumen, ocupando físicamente el espacio. Sin embargo, los nimbos, las mandorlas y la estilización anatómica, así como la caracterización idealizada y sintética de los rostros, son aspectos aún ligados al gótico. El trabajo naturalista de los drapeados, y sobre todo la captación de las justas calidades de las telas, denota la impronta flamenca. Ésta se advierte especialmente en la tabla central, en los ribetes del manto mariano, en la vivacidad del rostro infantil y, en términos iconográficos, en la importación del modelo flamenco de la tipología de la Virgen de la Leche que popularizó Rogier van der Weyden.