Raoul Dufy: reinterpretando los ismos

¿Impresionista? ¿cubista? ¿fauvista? muchas  son las etiquetas con las que se ha querido definir y acotar  la obra Raoul Dufy. Pero lo cierto es que el pintor de origen normando transitó por estos ismos sin abandonar jamás su  estela propia.

En el Paris de Picasso Cocteau o Apolliner y el millón de ismos que bulleron por aquel entonces en la capital mundial del arte , Dufy representa un gran  vórtice nacido  en la Escuela de Paris capaz de asimilar y adaptar los preceptos e intereses del impresionismo el cubismo y el fauvismo en función de los suyos propios, grabando en todas y cada una de sus etapas creativas  el  carácter hedonista , que como sello de identidad le valió  el calificativo de” nacida bajo el signo del placer “. Sin embargo si  bien es cierto la aparente frivolidad y superficialidad de su estética , su obra es fruto de las continuas experimentaciones a las que la somete en una búsqueda constante de nuevas soluciones plásticas que gestaron lentamente un lenguaje completamente personal, más complejo de lo que a simple vista adivinamos.

Playa sin mar - Raoul Duffy (etapa fauvista)

Tras unos  inicios marcados por la influencia de los paisajistas impresionistas  y su vital necesidad por hallar la forma en la que capturar las impresiones que el ojo humano experimenta ante el paisaje en el lienzo, Dufy pronto comprendió que el lenguaje impresionista no alcanzaba a cumplir con unas aspiraciones que iban mucho más allá de la mera  satisfacción visual. En este aspecto, el descubrimiento de los pintores fauvistas y muy especialmente de la obra de Pierre Matisse en el controvertido Salon de los independientes de 1905, marca un nuevo rumbo, cuyo impacto será el origen de su inmediata afiliación al grupo fauve. Fue ante la explosión cromática de “Lujo, calma y voluptuosidad” que Dufy entendió que el arte, lejos de representar de forma mimética la realidad  de aquello que observamos , debía expresar la realidad particular que nace de la visión y percepción  del artista. Pese a la brevedad de su vinculación al grupo, los ecos fauves pervivirán a lo largo de su evolución artística determinando su querencia por el uso de un cromatismo encendido y arbitrario que ahora se  convertirá en la traducción plástica de las emociones del artista. De hecho, y tras una etapa dominada por el influjo de Cézanne donde la progresiva  geometrización de las formas le acercará al cubismo, Dufy alcanza su estilo de madurez. Dejando atrás las experimentaciones del método cubista, el artista nos embriagará con una poderosa alianza entre la luz el color y el dibujo con la que construye una verdadera exaltación del paisaje, la naturaleza y en definitiva de la vida.  

En este sentido, gran parte de la obra de Dufy y la más relevante en el conjunto de las diferentes etapas creativas está dedicada a la temática de paisaje. Los continuos viajes que realizó por Europa y especialmente a la Provenza e Italia, inspiraron una representación que, apartada del realismo, busca su propia realidad interna, sensual y luminosa. Este es el caso de las obras realizadas en el año 1922 durante su viaje a Sicilia donde guiado por la luz del mediterráneo y la fuerza que daba a los colores, produce suntuosas acuarelas  como esta vista de siciliana. Precisamente la técnica de la acuarela le permitió un mayor grado de improvisación  gracias a la rapidez con la que podía realizar las transiciones entre los colores. Asimismo, y aprovechando los recursos de la visión cenital que adaptó del cubismo, desarrolla grandes perspectivas que como aquí, sugieren una sensación de profundidad espacial como si mirara desde un punto de vista ideal, que nos ofrece la vastedad del mundo que le rodea. El color y dibujo aparecen disociados a través de pequeñas, veloces, sinuosas y rítmicas  pinceladas que acrecientan  el dinamismo y expresividad de un paisaje que se expande con infinita vitalidad.

En definitiva, Dufy  despliega un sinfín de recursos técnicos y estilísticos que nos demuestran que lejos de antiguos clichés y de la aparente simplicidad e ingenuidad de su obra, el artista logró un nivel de virtuosismo y maestría  al alcance solo  de los grandes maestros de las vanguardias.

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