Martín Chirino: la poética del hierro forjado

A lo largo del siglo XX la escultura experimentó probablemente la revolución más radical de su historia. La fractura estética que trajeron consigo las vanguardias comporto también una reformulación en la concepción de la practica escultórica, cuyos principios y procedimientos habían quedado obsoletos.

La escultura española fue durante siglos una reproducción de las formas, temas y materiales desarrollados en el barroco. Sin embargo, los nuevos y convulsos tiempos exigían más que nunca nuevas fórmulas expresivas capaces de reflejar esta nueva realidad.   Esta vertiginosa redefinición conceptual de la escultura está marcada por una variedad de estilos, temas y medios sin precedentes cuya complejidad no permite construir un relato lineal y de sentido único.

Así, en las primeras décadas de siglo, el cubismo arrasó con muchos de los principios sagrados del arte tradicional desatando una ineludible necesidad de experimentación. De este modo, el arte figurativo en el que la representación de la figura humana fue perdiendo fuelle en favor de nuevas expresiones abstractas en las que la idea de volumen y forma  es fruto del juego entre el espacio ocupado y el vacío.  Esta voluntad de renovación se manifestó en el uso de nuevas técnicas y materiales que como la forja del hierro supusieron un auténtico revulsivo en una concepción escultórica  identificada hasta entonces con lo macizo y sólido. Este impulso iniciado por artistas como Gargallo, Julio Gonzalez o Pablo Picasso abrió el camino a generaciones posteriores de artistas que como Martín Chirino transformaron este material en auténticos poemas visuales.

Martín Chirino
“Atlántica III- El mar”, 1988.
Adjudicado por 65.000€ en Setdart

“Homenaje” Serie Marinetti XI” nos revela los principios sobre los cuales Martin Chirino construyó su obra, cuya estética abstracta tuvo siempre como referente final la naturaleza y muy especialmente la de su tierra natal.  Desde que se incorporará al grupo El Paso en 1950, el artista canario encontró el que sería el leimotiv de toda su trayectoria: la línea curva. A través de ella Chirino dotó el hierro de un alma propia en la que late la expresión de sus orígenes isleños. Como es extensible a toda su obra, sus homenajes a Marinetti, fundador del futurismo, no se pueden concebir sin las espirales y curvaturas a las que somete el hierro retorciéndolo con una fascinante elegancia hasta lograr dibujar en el espacio una rubrica de trazo exquisitamente delicado. De este modo, Chirino aunó en su obra la memoria del pasado, redescubriendo la cultura canaria con los postulados de la vanguardia española de los años cincuenta, hasta llegar a formar  parte de la primera generación de la España de posguerra que se relaciona con la creación artística internacional.

Tras 70 años trabajando el hierro, Chirino alcanzó una de sus máximas aspiraciones creativas: que sus esculturas volaran y fluyeran como el viento de su inseparable Playa de las Canteras

Referencias externas a urnas romanas

Museo del Prado

Wikipedia