Emilio GRAU SALA
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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Printemps”.

Emilio GRAU SALA

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GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Printemps”, ca. 1971-73.
Gouache sobre papel Arches.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Julián Grau Santos, hijo del artista.
Medidas: 50 x 65 cm; 70 x 84 cm (marco).

 

Grau Sala desarrolla en esta obra un concepto pictórico totalmente personal, basado en la fuerza lírica de una atmósfera onírica y llena de luz, que se apoya en un cromatismo brillante y transparente. El pintor aprovecha al máximo las posibilidades expresivas del gouache para jugar con la pincelada, que llega a ser puntillista en algunas zonas, mientras en otras se vuelve casi transparente. Grau Sala bebe del fauvismo y convierte los objetos que componen la escena en campos decorativos, en retales de tela unidos en un collage fluido y leve, de contornos bien definidos y colores que flotan más allá de ellos, dialogando entre sí y superando el concepto tradicional de captación de las tres dimensiones.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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