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ZAO Wou-Ki (China, 1921). Lote: 33007510

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ZAO Wou-Ki (China, 1921).
“Sin título (Agerup 110)”, 1957.
Grabado sobre papel Japón, ejemplar P.A. VII/XV (prueba de artista).
Firmado y numerado a lápiz.
Medidas: 23 x 29 cm (pisada); 44,3 x 62,3 cm (papel).
Tirada de 85 ejemplares: 70 ejemplares más 15 pruebas de artista.

 

Posiblemente el más importante artista chino vivo, Zao Wou-ki representa un papel crucial como enlace entre el pasado y el futuro de China, ya que hereda, expande y renueva la tradición. En su trabajo, Zao recoge los más refinados elementos de la pintura de paisajes de las dinastías Yuan y Sung, hallando nuevos significados en esta estética y, a la vez, incorporando la habilidad occidental de expresar color, luz y sombra. El resultado es una expresión abstracta completamente nueva, a través de la cual el artista capta los sutiles cambios del espacio, la naturaleza, la luz y la sombra para crear mundos abstractos de vívida y espectacular majestuosidad.

El lenguaje de Zao es, por un lado, un nuevo desarrollo histórico de la tradición china de pintura de paisajes a tinta, y a la vez es un ejemplo de la fusión ideal de los estilos de oriente y occidente. Así, su obra supone no sólo una contribución al moderno renacimiento del arte chino, sino ante todo la culminación de la búsqueda del ideal desarrollada por dos generaciones de los mejores artistas chinos, desde el tiempo de Lin Fengmian hasta el presente.

Zao Wou-ki nació en el seno de una familia culta, y estudió caligrafía durante su infancia. Entre 1935 y 1941 asistió a la Escuela de Bellas Artes de Hangzhou, y en 1948 se trasladó a París, instalándose en el barrio de Montparnasse. Allí celebrará pronto exposiciones, conocerá a artistas como Miró o Picasso, y su obra será reconocida en concursos y muestras. También por estos años aprenderá las técnicas de la litografía, en el taller Desjobert. En los años cincuenta formará parte de la nueva Escuela de París, dejando atrás la figuración de sus primeros años (principalmente paisajes y retratos) para aproximarse a la abstracción primero a través de la influencia de Paul Klee, y ya en los años sesenta dentro de un lenguaje netamente lírico, a través de tintas chinas y obras caligráficas. Tras visitar los Estados Unidos y Japón, y pasar un tiempo en Hong Kong, Zao regresa a Francia definitivamente, y se nacionaliza en 1964.

A partir de 1970, su trabajo aborda los mismos temas que trató anteriormente (universo, espacio y movimiento), pero en un estilo netamente distinto. Zao regresa a los principios de los estilos chinos a tinta, a su libertad y lirismo, pero a través del medio occidental del óleo. Así, su trabajo de los pigmentos al óleo reflejan la tradición de la tinta china; se vuelven más líquidos, y tienen a reflejar sobre el lienzo la forma en la que la tinta impregna y salpica el papel. Sus colores ahora florecen como densas y nebulosas manchas de humo o niebla, que forman rizos y envuelven el lienzo. Zao Wou-ki es miembro de la Académie des Beaux-Arts francesa, y está actualmente representado en el Centre National Georges Pompidou de París, el Museo Guggenheim de Nueva York, la Tate Gallery de Londres, el Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid y en otras muchas destacadas pinacotecas de todo el mundo.

 

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