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Vicente LÓPEZ PORTAÑA (Valencia, 1772 – Madrid, 1850). “Inmaculada”.

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Lote en subasta:

LÓPEZ PORTAÑA, Vicente (Valencia, 1772 – Madrid, 1850).
“Inmaculada”.
Óleo sobre lienzo.
85 x 55 cm; 84 x 54 cm (marco).
Obra catalogada en “Vicente López (1772-1850). Vida y obra, catálogo razonado” (Madrid; Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 1999).

 

En este lienzo Vicente López plasma una imagen típicamente barroca de la Inmaculada, claramente vinculada a modelos de los siglos XVII y XVIII. María aparece de pie, vestida con túnica blanca y manto azul, colores que simbolizan respectivamente la pureza y los conceptos de verdad y eternidad. Un delicadísimo velo dorado cubre su cabeza, inclinada y de mirada baja, puesta en el fiel que ora a sus pies. Se alza sobre un pedestal esférico que representa la Tierra, con un cuarto creciente que simboliza en la iconografía inmaculista la castidad de Diana y la victoria cristiana contra los musulmanes. María aplasta con su pie izquierdo a la serpiente, el demonio, que agarra la manzana con la boca; se trata de una imagen de gran claridad, alusión a la victoria de María sobre el Pecado Original. La figura destaca sobre un fondo dorado, un rompimiento de gloria cerrado con cúmulos de nubes trabajados con gran ilusionismo entre los que asoman numerosos ángeles niños, en su mayoría trabajados en tonos dorados, reflejo de la luz divina. Sobre la cabeza de María vemos la corona de estrellas símbolo de plenitud, y por encima de ella el Espíritu Santo en forma de paloma, con las alas completamente desplegadas y captado de frente, con un magistral escorzo hábilmente resuelto.

Vicente López inicia su formación como discípulo de Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia, donde obtuvo en 1786 y 1789 el premio de primera clase, obteniendo una pensión para estudiar en Madrid. Ya en la corte, al año siguiente alcanza el primer puesto en el concurso de la Academia de San Fernando. Allí aprende el sentido barroco y colorista de las composiciones, y el gusto por el dibujo, preciso y analítico. La fastuosidad barroca de los frescos de Luca Giordano y Corrado Giaquinto también influirá de manera decisiva en su lenguaje. Ya consagrado, regresa en 1792 a su ciudad natal. Allí recibe importantes encargos públicos y privados, entre los que destacan los retratos de Fernando VII y el mariscal Soult. En sus retratos muestra López su herencia valenciana, el peso del naturalismo de Ribera y Ribalta, además de su maestría en la reproducción de detalles y calidades.

Su calidad en el campo del retrato hace que Fernando VII le llame de vuelta a la corte en 1814, nombrándole al año siguiente primer pintor de cámara. Será desde entonces el pintor más solicitado por la alta sociedad española, y alternará su trabajo en la corte con la actividad docente, los puestos oficiales y los encargos particulares. En 1823 asume la dirección artística del Real Museo de Pinturas, centro para el cual realizó un soberbio retrato de Francisco de Goya, hoy conservado en el Prado. Se conservan obras de Vicente López en el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V, la Academia de San Fernando, el Museo Municipal de Játiva, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Sociedad Histórica de Nueva York, el Museo de Arte de Indianápolis, el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles, la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma y la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid.

 

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