Jules-César-Denis VAN LOO
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Jules-César-Denis VAN LOO (París, 1743 – 1821). “Paisaje nevado”.

Jules-César-Denis VAN LOO

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VAN LOO, Jules-César-Denis (París, 1743 – 1821).
“Paisaje nevado”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
120 x 157 cm; 130 x 167 cm (marco).

 
 

En este paisaje nevado, muy representativo de la producción de Van Loo, vemos rasgos por un lado de la escuela holandesa barroca, que sin embargo se conjugan con una sensibilidad ya netamente romántica. Uno de los aspectos más radicales de la pintura romántica fue el intento de sustituir los grandes lienzos de tema histórico o religioso por el paisaje. Pretendían que el paisaje puro, casi sin figuras o totalmente carente de ellas, alcanzara la significación heroica de la pintura de historia. Se basaban en la idea de que el sentimiento humano y la naturaleza debían ser complementarios, uno reflejado en el otro. Es decir, el paisaje debía despertar emoción y transmitir ideas. Así, paisajistas como Van Loo trataron de expresar sus sentimientos a través del paisaje, en vez de imitarlo. El paisaje romántico tuvo dos vertientes principales: la dramática, de vistas turbulentas y fantásticas, y la naturalista, que enfatizaba imágenes de una naturaleza apacible y serena.

Esta segunda concepción es la que vemos plasmada en esta obra; el pintor trata de comunicar una reverencia religiosa por el paisaje, la naturaleza en plenitud. Aquí vemos un elemento muy típico del paisaje romántico, el clima hostil, que se conjuga con una arquitectura perfectamente integrada con el paisaje, moderna en el primer plano pero antigua y evocadora en la fortaleza del fondo, sin olvidar las ruinas situadas a media distancia. También encontramos otro rasgo clave del paisaje romántico: la neta separación entre los primeros planos y el fondo, que realza el carácter escenográfico derivado de la efectista iluminación. Asimismo, se utiliza la típica perspectiva romántica muy marcada, en abismo, que tiene como complemento una ligera confusión de puntos de vista. Así, las perspectivas ampulosas de la veduta del siglo XVIII son aplicadas aquí a un paisaje sobrio y despojado, lo que matiza la construcción escenográfica del paisaje, tan típicamente romántica.

César van Loo fue el último representante de la destacada dinastía de los Van Loo, de origen holandés. Fue hijo del pintor y grabador Carle van Loo y de su esposa italiana, la cantante de ópera Cristina Somis. Discípulo de su padre, se presentó en varias ocasiones al concurso del Gran Prix de Roma, sin llegar a conseguirlo nunca. Sin embargo, gracias a los contactos de su familia fue finalmente pensionado en 1767 en la Academia de Francia de la capital italiana. A su regreso a París, en 1784, fue nombrado académico de la Real Academia de Pintura y Escultura gracias a la presentación de dos pinturas a la manera de Joseph Vernet, paisajes tormentosos a la luz de la luna. A partir de entonces expondrá regularmente en París, mostrando su obra entre 1784 y 1817 en el Salón que se celebraba bienalmente en el Louvre. En 1791 César van Loo se instala en Turín, donde trabajó para la corte piamontesa, permaneciendo allí hasta 1794. En el norte de Italia su trabajo fue fuertemente influenciado por los paisajes invernales de Francesco Foschi (1710-1780), lo que le llevó a especializarse en paisajes nevados desde finales de la década de 1790.

Ya de vuelta en París, en 1799 envió al Salón un trabajo considerado como su obra maestra, “Efectos de la nieve en las ruinas de una iglesia gótica con un puente en la distancia” (Palacio de Fontainebleau). Otras obras que destacan en su producción son “Paisaje del Piamonte bajo la nieve” (1801, Fontainebleau), “Efecto de nieve en los Alpes” (1804, Louvre) y “Paisaje nevado” (1910, Autun). Sus obras, especialmente sus paisajes nevados, se caracterizan por su acusado realismo, y evidencian la influencia de los maestros holandeses del siglo XVII. También realizó algunos paisajes de pequeño formato, muchos de ellos conservados en el museo de Toulouse, donde muestra una sensibilidad que sitúa al artista, junto a Valenciennes, entre los precursores de Corot. Asimismo, ocasionalmente pintó algunos retratos. César van Loo está actualmente representado en el Museo del Louvre, los de Bellas Artes de Cherbourg, Autun y Toulouse, la Galería Sabauda de Turín, el Palacio de Fontainebleau y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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