Madrazo
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Raimundo de MADRAZO (Roma, 1841 – Versalles, 1920). “La joven del antifaz”.

Madrazo

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MADRAZO Y GARRETA, Raimundo de (Roma, 1841 – Versalles, 1920).
“La joven del antifaz”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 88 x 69 cm; 108 x 89 cm (marco).

 

En esta pintura Raimundo de Madrazo trasciende el género del retrato para regalarnos una instantánea fugaz de la vida cotidiana de la burguesía de la época, una imagen llena de encanto y delicadeza, que atrapa la mirada del espectador. Se trata de una composición sencilla, protagonizada por una joven de cabellos rubios y ondulados, ojos azules y labios rojos, que esboza una sonrisa mientras nos mira con expresión pícara y recatada a la vez en cierto modo.

La muchacha aparece en primer plano, de medio cuerpo, frente a un velador en el que vemos una copa vacía con una cucharilla en su interior, sobre un platillo y una sencilla bandeja metálica. Aunque estos objetos aparecen trabajados con una extraordinaria maestría, nada en ellos distrae nuestra mirada del rostro de la modelo. Tampoco lo hace el fondo, neutro y plano, trabajado en tonos fríos sobre los que contrasta el intenso y luminoso rosa de la capa que luce la modelo, magníficamente trabajada con una técnica fluida y empastada.

 

Raimundo de Madrazo

 

Hijo de Federico de Madrazo, Raimundo recibió enseñanzas de su padre y de su abuelo, José de Madrazo y Agudo. Asimismo, cursó estudios en la Escuela Superior de Pintura y Escultura de Madrid, donde tuvo como maestros a Carlos Luis de Ribera y Carlos de Haes. En 1860 participó en la Exposición Universal de París, y dos años más tarde se estableció en esta ciudad, donde acudió al estudio de Léon Cogniet y también asistió a los cursos de la Escuela de Bellas Artes y la Imperial de Dibujo. Madrazo pasará la mayor parte de su vida en París, donde contrajo matrimonio y se convirtió en una figura destacada de la escuela de pintores españoles allí establecidos. Por estos años realizará su primer encargo de importancia, la decoración del palacio parisino de la reina María Cristina con el lienzo “Las Cortes de 1834”, terminado en 1865.

Pronto se convertirá en uno de los pintores favoritos de los círculos de la clase alta parisina, sobre todo por su facilidad para el retrato. Los suyos serán retratos de aristocrática elegancia, modelado muy suave y fondos abocetados, de ejecución suelta, según muestran obras como “Doña Josefa Manzanedo e Intentas de Mitjans, marquesa de Manzanedo” (1875) o “Ramón de Errazu” (1879), ambos hoy en el Museo del Prado. Como retratista fue uno de los mejores de su generación, digno sucesor de su padre y autor de un estilo de un realismo minucioso y elegante, a veces frívolo pero resuelto con un irresistible instinto decorativo, clave de su éxito entre la burguesía de su tiempo, siempre con un absoluto dominio de los recursos pictóricos y una delicadeza cromática enormemente refinada.

Raimundo de Madrazo cultivó también el género de costumbres tan del gusto de la época, una pintura de reinadas calidades decorativas, próxima algunas veces a su cuñado Mariano Fortuny, con quien pintó en 1868 y 1872, este último año en Granada. Raimundo de Madrazo concurrió además a exposiciones oficiales, tanto de bellas artes como de otro tipo, y en la Universal de París de 1889 fue galardonado con primera medalla y honrado con el nombramiento de oficial de la Legión de Honor. No obstante, nunca le fue necesario participar en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid, ya que desde muy joven gozó de un enorme prestigio respaldado no sólo por su apellido, sino especialmente por sus extraordinarias facultades para la pintura.

Artista cosmopolita, viajó a Roma y a Londres y, a partir de la última década del siglo XIX, a Estados Unidos y Argentina, países donde su trabajo fue altamente reconocido. Autor de lienzos históricos como “Cortes de 1834”, que realizó para el palacio parisino de la reina María Cristina de Borbón, realizó numerosas obras de interiores y escenas de género destinadas al mercado internacional, y en su juventud decoró al fresco las portadas de la madrileña iglesia de las Calatravas, unas pinturas hoy prácticamente perdidas. En 1904 su gran amigo, el coleccionista Ramón de Errazu, legó al Museo del Prado un importante conjunto de obras del artista. El propio Madrazo donó al museo en 1894 dos obras de Francisco de Goya, lo que nos indica su interés por la pintura del maestro aragonés.

Actualmente Raimundo de Madrazo está representado en dicho museo, y también en el Metropolitan de Nueva York, el de Orsay en París, la National Gallery de Londres, el Museo de Arte de la Universidad de Harvard, el Meadows de la Southern Methodist University en Dallas, el Carmen Thyssen de Málaga, el de la Spanish Society of America en Nueva York, el Nacional del Teatro de Almagro, el Provincial de Lugo, el Alcázar de Segovia, los de Bellas Artes de Bilbao, Valencia, Granada, Zamora y Álava, etc.

 

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