La creatividad visceral de Miquel Barceló

Miquel Barceló

Miquel Barceló se alza en el año 2011 como el artista español vivo mejor cotizado en subasta. De hecho, el rotundo éxito que alcanzó desde sus inicios, lo llevó a ser comparado con artistas consagrados como Dalí, Miró o Picasso en parte, gracias al impacto y repercusión que su obra despertó entre las nuevas generaciones de artistas.

Desde su participación en 1982 en el prestigioso Dokumenta de Kassel, su obra se convirtió en sinónimo de admiración y prestigio. Pero a pesar de alcanzar el estrellato súbitamente, Barceló ha sido capaz de mantener en constante ebullición esa pulsión creativa que lejos de morir de éxito, le ha llevado a reinventarse constantemente. Tras 4 décadas de trayectoria, el artista mallorquín más universal sigue explorando nuevos caminos y formas de expresión movido por el mismo instinto y necesidad vital que manifestó desde sus inicios:

“Me puedo deshacer de todo si tengo un lugar en el que pintar”

En este sentido, para Barceló el arte no es un mero oficio, sino una forma de estar en el mundo y comprender la vida que el artista refleja en obras como este imponente lienzo que el próximo día 20 presentamos en licitación.

“Crâne à l’Âne” formó parte del conjunto de pinturas y esculturas monumentales que el artista produjo para la exposición que en el año 2007 inauguró en la mítica galería parisina Ivon Lambert. De hecho, la colaboración con el galerista francés  fue  una de las más longevas y fructíferas de su carrera. Desde que a principios del verano de 1983 viajara a Paris, Barceló se instala en el barrio de la Bastilla y realiza la mayor parte de las obras que ese mismo año expondría en la galería francesa. A partir de esta muestra, Barceló se abre camino en el circuito artístico internacional, conocerá a Bruno Bischofberger quien se acabará convirtiendo en el gran marchante internacional del artista y en cuya galería se expondrá también la obra que nos ocupa.

La serie de naturalezas muertas que Barceló desarrolló para esta exposición, nos descubren diversas de las temáticas y motivos iconográficos que han sido recurrentes a lo largo de su trayectoria. Como el propio artista afirma, su pintura nos habla sobre la vida y la muerte, ese binomio inseparable al que Barceló nos enfrenta con una creatividad y expresividad visceral, casi primitiva.

En este caso, el enorme cráneo que ocupa casi la totalidad de la superficie, nos da la espalda recordándonos el destino inexorable que nos espera. Bajo una fuerte carga matérica de paleta densa y espesa, Barceló nos invita a reflexionar sobre la muerte y la fugacidad del tiempo expresadas aquí desde una vertiente orgánica y primitiva. En esta visión que el artista nos brinda, es muy probable que resultara determinante la visita a la cueva Chauvet donde un año antes, pudo ver las pinturas rupestres más antiguas que se conocen. Junto al gran cráneo aparece también de espaldas, un pequeño asno cuyo significado admite dos lecturas complementarias. Por un lado, este animal se asocia a la naturaleza salvaje del entorno en el que pasó su infancia en Felanitx a la vez que, según la tradición representa la propia naturaleza de este mundo que avanza en un resurgir continuo.

Toda su obra, tan personal como compleja, resulta imposible de encasillar en ninguna escuela creativa. Sin embargo, un hilo conductor dota de coherencia la totalidad de su corpus artístico: la naturaleza como fuente primigenia de su eterna inspiración.

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